Clave neuropolítica: ¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando los candidatos se atacan?. El tenso cara a cara entre Jara y Kast en el debate presidencial

Al comportarse “como niños” o “como una pareja enojada” los candidatos se quieren arrastrar hacia su tormenta proyectando modelos relacionales que el público conoce profundamente

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Por Andrés Fredericksen

Hace unos días atrás se produjo el último enfrentamiento cara a cara entre el candidato a la presidencia de Chile, José Antonio Kast, abanderado de las derechas, y la candidata, Jeannette Jara, representante de las izquierdas. Ambos líderes tuvieron su última oportunidad para  exponer de forma masiva sus ideas en el debate presidencial de Anatel, trasmitido por los principales canales de televisión del país, en la recta final de las elecciones que se realizarán este 14 de diciembre de 2025  que definen al sucesor del actual mandatario, Gabriel Boric.

Lejos de las respuestas racionales, ambos candidatos se enfrascaron en una dinámica emocional, donde las críticas mutuas, interpelaciones cruzadas y momentos de tensión dadas por un intercambio áspero de palabras en gran parte del debate; poniendo en escena la trivialización del camino al poder hacia La Moneda en una época marcada por el protagonismo de los medios de comunicación, el valor de la imagen, la política como espectáculo y la irrupción de los reels y las RR.SS en comunicación política, donde los políticos actúan como verdaderas estrellas del show. La elite política chilena ha buscado durante años una espada para clavarse y este ejemplo de debate es un paso más hacia ello.

Como lo cuenta el politólogo italiano Giovanni Sartori en su libro, Homo videns, La democracia teledirigida, donde asegura que “la televisión personaliza las elecciones. En la pantalla vemos personas y no programas de partido; y personas constreñidas a hablar con cuentagotas”.

Clave neuropolitica: La política del grito: emoción por sobre contenido

Pero como es la interpretación desde el punto de vista de las teorías de las neurociencias aplicadas a la política, neuropolitica. Se busca activar mecanismos emocionales dados en el sistema límbico del cerebro. De esta forma, cuando ambos candidatos se sumergen en un debate como si fueran una pareja de novios en conflicto o discuten de manera infantil, el debate se enmarca en el terreno de lo afectivo, despertando sentimiento de empatía, rabia, frustración.

Es una estrategia comunicacional donde se teatraliza la política y la gente juzga por aspectos valóricos y expresiones relacionadas con los gestos, indignación, simpatía, miedo y rechazo, entre otros, situación que prevalecen en el debate,  por sobre las propuestas, ya que los mensajes verbales y no verbales van dirigidas al cerebro límbico para generar respuestas rápidas y automáticas por sobre la evaluación racional y lógica.

En este contexto  la candidata oficialista, Jeanette Jara tomo la ofensiva, para hacer ver al candidato republicano “agresivo”  con poca “paciencia” o “nervioso”.  “Tranquilízate un poquito, deja hablar”, interpelo a Kast, frase que ocupó en reiteradas ocasiones como parte de su estrategia ofensiva. “Yo estoy calmado”, respondió él. “Entonces deja de interrumpir, pues”, replicó la candidata.

Al comportarse “como niños” o “como una pareja enojada”, los candidatos se quieren arrastrar hacia su tormenta, proyectando modelos relacionales que el público conoce profundamente. Esos marcos cognitivos preexistentes simplifican la interpretación del debate: uno aparece como “impulsivo”, “inmaduro”, “dominante”, “víctima”, “agresivo”, etc. La mente del público rellena los vacíos con narrativas familiares, reduciendo la complejidad política a patrones cotidianos, al tiempo de que a través de esta reacción, evaluamos un suceso como positivo o negativo, al tiempo de dejar claro que le están hablando a las vísceras, a la emoción y no a la cabeza, a la razón.

Kast mejoró mucho en comparación a lo que hizo en el debate pasado organizado por la ARCHI, cuando el líder republicano había visto la guillotina pasar muy cerca, pues – en aquella ocasión- se mostró dubitativo y a la defensiva. En este contexto, para un candidato que maneja con dificultad las cifras económicas y omite sus respuestas en los debates, este juego le vino como anillo al dedo, la imagen resulta más importante que los discursos, que los programas políticos.

El rol de la heurística afectiva

Eso favorece la “heurística afectiva”: los votantes juzgan por sensaciones (quién “se ve firme”, quién “se percibe honesto”, quién “inspira miedo o seguridad”) en lugar de evaluar factibilidad, coherencia, o detalle programático.

La heurística del afecto describe cómo solemos basarnos en nuestras emociones, más que en información concreta, a la hora de tomar decisiones y entra en juego específicamente en situaciones en las que existe una gran presión de tiempo. Estas respuestas automáticas se basan en experiencias y asociaciones previas

La heurística del afecto es el resultado del pensamiento del Sistema 1  de pensamiento como lo explica, Daniel Kahneman, psicólogo cognitivo, Premio Nobel y experto en toma de decisiones. En lugar de tomar una decisión bien razonada, tomamos una decisión rápida basada en nuestro estado emocional, en sí, un heurístico es un atajo mental, para un dialogo de sordos como se produjo en el debate.

Por Andrés Fredericksen @fredericksen_a
DEA del programa de doctorado en Ciencias Políticas y Sociología por la universidad Pontificia de Salamanca, España.
Máster en neurociencias cognitivas aplicadas a la economía, neuroeconomía por la universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España.