Uruguay: El Hércules que no estaba… pero sí estaba; una odisea aérea con sabor a tambo

El humor serio de Paco Tilla

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El presidente Yamandú Orsi volando en el Hércules a Bolivia - Foto: Presidencia

Por Paco Tilla“Vuela, vuela; no te hace falta equipaje…”

Montevideo – En un giro digno de una comedia de enredos, el Hércules KC-130H de la Fuerza Aérea Uruguaya, que según el secretario de la presidencia Pacha Sánchez estaba “parado en algún lado” y que “todavía no sabemos dónde está”, apareció mágicamente justo a tiempo para llevar al presidente Yamandú Orsi a Bolivia. No solo apareció, sino que voló, aterrizó, volvió, y hasta se estacionó sin perder una sola rueda. ¡Milagro aéreo!

De la tierra al aire: un dilema filosófico 

Recordemos que Pacha, en un momento de inspiración presupuestal, había dicho:

“Prefiero gastar 30 millones en tierras para los colonos y los tamberos y no gastar 20 millones para comprar un Hércules que todavía no sabemos dónde está…”

Lo que no sabía Pacha es que el Hércules estaba, efectivamente, en algún lado. Ese “algún lado” resultó ser un hangar, donde el avión estaba siendo acondicionado, probablemente con más cariño que un mate en la Rural del Prado.

El viaje presidencial: de la chacra al cielo

El presidente Orsi, que parece tener más fe en los aviones que en los GPS de Presidencia, se subió al Hércules y partió rumbo a La Paz para el cambio de mando presidencial. El vuelo duró unas 13-14 horas ida y vuelta, lo que equivale a escuchar toda la discografía de Jaime Roos tres veces seguidas, con espacio para un podcast sobre agroecología.

¿Y cuánto costó esta travesía aérea?

Bueno, eso es un misterio digno de X-Files. Pero según cálculos conservadores:

  • Solo en combustible: unos US$ 35.000
  • Costo total estimado: entre US$ 100.000 y US$ 200.000
  • Costo de pasajes comerciales para la delegación: US$ 15.000 – 25.000

Conclusión: el Hércules no es barato, pero tiene algo que LATAM no ofrece: la posibilidad de llevar una delegación presidencial, equipaje diplomático, y quizás algún termo de repuesto, todo sin escalas ni necesidad de hacer fila en migraciones.

¿Y la tierra para los tamberos?

Bueno, por ahora los tamberos siguen esperando sus 32 millones. Pero al menos pueden mirar al cielo y decir: “Ahí va el Hércules que nos ganó en el presupuesto”. Y si tienen suerte, quizás les tiren un sachet de leche desde la bodega.