Río de Janeiro, bajo la lupa de la ONU tras la operación policial más letal de su historia que dejó más de cien muertos: “Brasil debe romper el ciclo de brutalidad extrema”

El Secretario General António Guterres y el Alto Comisionado de Derechos Humanos Volker Turk pidieron una investigación inmediata y una reforma integral de los métodos policiales en Brasil tras la muerte de al menos 121 personas

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Tras la operación policial más mortífera jamás registrada en Río de Janeiro, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, manifestó estar “extremadamente preocupado” por el número de víctimas, que asciende a al menos 121 muertos, según datos oficiales.

En un mensaje transmitido este miércoles por su portavoz, Stéphane Dujarric, Guterres subrayó que “el uso de la fuerza por parte de las autoridades policiales debe regirse por las leyes internacionales de derechos humanos” y exhortó a las autoridades brasileñas a llevar a cabo una investigación inmediata, independiente y exhaustiva sobre el episodio.

La operación policial, desarrollada el pasado 28 de octubre en las comunidades del Complejo del Alemán y del Complejo de la Penha, tenía como objetivo cumplir cerca de 100 órdenes judiciales contra presuntos integrantes del crimen organizado, en particular del grupo conocido como Comando Rojo. El saldo oficial fue de 121 muertos, entre ellos cuatro agentes policiales, y 81 personas detenidas.

“Brasil debe romper el ciclo de brutalidad extrema”

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, también se pronunció sobre los hechos, calificando la situación como un reflejo de un problema estructural en el país.
“Comprendemos los desafíos de enfrentar a grupos criminales violentos y organizados, pero la larga lista de operaciones que resultan en un número tan elevado de muertes, que afectan de manera desproporcionada a los afrodescendientes, plantea preguntas serias sobre la forma en que se ejecutan estas incursiones”, declaró.

Turk añadió que “la alta letalidad policial ha sido normalizada durante décadas” y advirtió que Brasil necesita romper el ciclo de brutalidad extrema y garantizar que sus operaciones de seguridad cumplan con los estándares internacionales sobre el uso de la fuerza.
“El uso potencialmente letal de la fuerza debe ajustarse a los principios de legalidad, necesidad, proporcionalidad y no discriminación”, enfatizó.

Racismo sistémico y desigualdad estructural

El Alto Comisionado alertó también sobre el impacto del racismo sistémico en la actuación policial.
“Abordar el racismo sistémico contra los afrodescendientes en Brasil es fundamental. Es hora de poner fin a un sistema que perpetúa la discriminación y la injusticia”, señaló Turk.

De acuerdo con el Mecanismo Internacional Independiente de Expertos para Promover la Justicia Racial y la Igualdad en la Aplicación de la Ley, los asesinatos de afrodescendientes por agentes de seguridad en Brasil son “generalizados”. Se estima que unas 5.000 personas negras mueren cada año a manos de la policía, la mayoría de ellas jóvenes de comunidades empobrecidas.

Tanto Guterres como Turk coincidieron en que la respuesta a la violencia no puede basarse exclusivamente en la represión. “Es necesario un compromiso político para transformar los métodos policiales y garantizar justicia para las víctimas”, concluyó el comunicado de Naciones Unidas.