Mauro Arbiza: crear desde el alma hacia lo infinito

El artista parte de la certeza de que todo es energía: la piedra, el árbol, el agua, el cuerpo. A través de la intención, esa energía toma forma y se vuelve escultura

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Café con trazos / Por Juan Carlos Barreto.-

En este andar de Café con trazos seguimos acercándonos a artistas que trabajan desde
distintos rincones del país. Hoy el camino nos lleva hasta Mauro Arbiza, escultor que crea
entre Paso de los Toros y Pueblo Garzón, y que entiende la escultura como energía viva.
Su obra, presentada en la pasada Feria de Promoción de la Lectura y el Libro de San José,
se instaló en el frente del Teatro Macció y el Espacio Cultural San José, generando una
presencia distinta y silenciosa a la vez.

Para Arbiza, la materia no es un objeto pasivo, sino un campo vibratorio que recibe y
proyecta conciencia. Su enfoque —al que denomina interrealismo— no se inscribe en
una corriente escultórica tradicional: busca generar un estado de conexión entre
materia, pensamiento y emoción. Cada obra nace de un proceso interior que se abre
hacia lo infinito.

“Hablo de darle el alma a la obra conscientemente con el pensamiento. Todo es
energía, el pensamiento y la obra también. Aplicar amor en cada cosa que hacemos es la única forma de llegar al alma en lo que hacemos”.
— Mauro Arbiza

Energía, forma y silencio

El artista parte de la certeza de que todo es energía: la piedra, el árbol, el agua, el cuerpo.
A través de la intención, esa energía toma forma y se vuelve escultura. Su proceso
creativo se asemeja a un ritual: prepara el espacio, invoca la energía y deposita en los
materiales un pulso que proviene de una dimensión más profunda. No concibe la
creación como un instante cerrado, sino como una acción que se proyecta en el tiempo
y en la memoria.

En sus piezas conviven geometría precisa y flujos orgánicos. Hay rigor y también libertad.
Como si estructura y azar alcanzaran un equilibrio perfecto. Son obras que no solo se
observan: se perciben. Cargan un silencio que habla, un pulso que se siente antes de
comprenderse.

Un territorio creativo abierto al mundo

Mauro Arbiza desarrolla su práctica entre Paso de los Toros, donde tiene su taller, y
Pueblo Garzón, donde cuenta con su galería personal. Desde allí impulsa un trabajo
sostenido que combina creación y experiencias abiertas al público. Su trayectoria incluye
además una proyección internacional, con esculturas monumentales e instalaciones que
han viajado a distintos países, llevando consigo esta visión del arte como energía y
puente entre planos.

Una experiencia sensible

Su propuesta transforma el entorno donde se presenta. No ocupa el espacio: lo
reorganiza desde adentro, como si sus formas activaran un orden invisible que está
siempre ahí, esperando ser revelado.

En este sentido, su obra dialoga con tradiciones espirituales que entienden el arte como
puente entre lo visible y lo invisible. Como recordaba Saint-Exupéry: “Lo esencial es
invisible a los ojos.” Arbiza propone justamente eso: mirar con el alma.
Buena jornada. Buen café.

La muestra pudo visitarse en el marco de la Feria del Libro de San José, sumando una
experiencia distinta al recorrido habitual de la feria y activando un diálogo sensible con
la arquitectura histórica del Teatro Macció y su entorno.