Por L. Rondán.-
Hace algunos días el Comité Noruego con sede en Oslo eligió para distinguir con el premio Nobel de la Paz 2025, a la luchadora por la democracia en Venezuela María Corina Machado, hoy en la clandestinidad para evitar las garras ensangrentadas de un régimen retrógrado y nefasto que desde hace décadas ha sumido al otrora hermoso país, en un nidal de corrupción y persecución política, llevando a que más de 8 millones de venezolanos hayan salido de su tierra desperdigándose por el planeta aparte obviamente de los cientos de presos políticos que aún permanecen en las cárceles del régimen.
El motivo para ser signada con tan honorable distinción fue por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y por su lucha para lograr la transición justa y pacífica de la dictadura a la Democracia.
Muchos aplaudieron tal decisión tomada entre 244 candidatos individuales y 94 organizaciones de diferente índole; muchos reconocieron en tal decisión la visibilidad internacional que se le da a una lucha sin cuartel llevada adelante por una mujer fuerte, empoderada y con las ideas pre claras de que la hora es dada de que la dictadura del bandido caiga de una vez por todas para comenzar a soñar nuevamente con una Venezuela libre, próspera y fuerte tal cual supo serlo años atrás.
Uruguay, mi país, nuestro Gobierno mantuvo un cómplice silencio; nada expresó al respecto como tampoco lo hicieron los colectivos feministas por el logro de lo que suponemos una de ellas.
Si habló el reconocido dirigente sindical denostando tal designación, aunque sabemos bien su condición, la que no vale siquiera gastar dos palabras en considerarlo.
Seguimos como país en el sinuoso sendero sin retorno donde preferimos ignorar a una luchadora como Corina Machado antes que confrontar a un régimen desgastado, erosionado y a punto de caer como el del bandido Maduro y su caterva. ¿Qué comunicado haremos el día que lo veamos caer? Quizás ninguno porque no habrá argumentos.