Por Héctor J. Zarzosa González*-
Llegamos a Moscú en la hora indecisa del alba, cuando la noche se retira con lentitud y el día no acaba de creer en su propia llegada. Era un lunes de otoño incipiente, y la ciudad nos recibió con un frío cortante y una lluvia pertinaz que, desde aquel instante a las cinco de la mañana, se convertiría en la fiel compañera de nuestros pasos. No era una lluvia torrencial, sino una cortina de finísimas agujas, un barniz líquido que pulía las adoquinadas calles y oscurecía las doradas cúpulas de una urbe que se nos reveló, contra todo pronóstico, mágica, limpia y sobrecogedoramente magna.
El motivo formal del viaje es la nominación a los prestigiosos premios de la Asociación Global de Energía, cuyo fallo se conocerá en el transcurso de la Semana de la Energía. Representar a España, llevar las siglas de ICN Diario como corresponsal y, como ingeniero, ser reconocido en un foro donde compiten los mejores profesionales del mundo, es un privilegio que se lleva en el corazón. Sin embargo, Moscú, en su silenciosa y lluviosa acogida, tenía reservado un premio mayor: el de su propio descubrimiento.
La dificultad del idioma, ese alfabeto cirílico que se antoja un código secreto, no fue una barrera, sino un aliciente más para el placer de descifrar, de investigar y de entender una realidad y una cultura tan complejas como fascinantes. Bajo el manto de la lluvia, emprendimos una marcha sin tregua. Más de veinticinco kilómetros en un solo día, una peregrinación laica que discurrió tanto por la superficie como por las profundidades.
Fue bajo tierra donde encontramos una de las mayores maravillas: el Metro de Moscú, una catedral del transporte. No son simples estaciones, son palacios subterráneos, salones del pueblo forjados en mármol, bronce y cristal, donde la eficiencia más ágil convive con un fasto ornamental que quita el aliento. Y aquí, la historia tendió un puente inesperado con España. Muchos de estos prodigios de ingeniería son obra, o heredan el legado, del ilustre ingeniero de caminos canario Agustín de Betancourt. Fue un visionario al servicio del Zar Alejandro I a principios del siglo XIX, fue el fundador y primer director del Instituto de Vías de Comunicación de San Petersburgo y un pilar en la modernización del imperio ruso. Caminar por esas estaciones, sabiendo que su genio había echado raíces aquí, convertía cada columna, cada bóveda, en un emotivo encuentro entre dos patrias.
La lluvia, lejos de amedrentarnos, nos ofreció una Plaza Roja desierta y en estado de pura contemplación. Sin las multitudes, su inmensidad resultaba aún más poderosa. Bajo el cielo plomizo, los ladrillos rojos del Museo Histórico y las almenas del Kremlin adquirían una solemnidad dramática. Y allí, desafiando la grisura con su explosión de color y formas imposibles, se alzaba la Catedral de San Basilio, un sueño en piedra. Cada una de sus cúpulas bulbosas, única y fantásticamente pintada, cuenta una historia sagrada, erigida por orden de Iván el Terrible para conmemorar la conquista de Kazán.
Si la tierra nos había mostrado sus palacios, el agua nos depararía el espectáculo del anochecer. Un paseo por las oscuras y caudalosas aguas del río Moscova nos reveló la ciudad desde una perspectiva nueva y grandiosa. Este río, testigo mudo de siglos de historia, se transforma al caer la noche en un espejo de luces. Los edificios, iluminados con una precisión teatral, se reflejaban en la superficie, duplicando su esplendor. Era la Moscú moderna, eficiente y vibrante, mostrando su poderío.
Este viaje, compartido con una persona especial, ha sido un cúmulo de emociones: la ilusión de la nominación, la novedad de los descubrimientos, el reconocimiento profesional. Y en medio de todo ello, no he podido evitar recordar el mítico filme ‘Desde Rusia con amor’. No por intrigas de espías, sino por ese aura de fascinación, de leyenda y de una belleza áspera y seductora que emana esta tierra. Continuará…
*Perfil del autor
Héctor J. Zarzosa González es Ingeniero Superior de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), doble MBA y master Project Management Internacional.
Es Corresponsal de ICN Diario en Europa.
Es Director en Silicon Valley Global y de la Fundación Uniteco.
Es docente en universidades como la UPM, la Universidad de Alcalá o la Universidad San Francisco de Quito.