Uruguay: sobre la diversidad sexual y los derechos de unos y otros

Los derechos no se imponen a la fuerza y menos irrespetando la posición de los demás

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Banderas de los colectivos Orgullo LGTBQ+ y Trans en la Facultad de Información y Comunicación de Uruguay - Foto Carlos Iafigliola

Por Paco Tilla.-

“Mis derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás”, es una frase conocida cuyo significado es que cuando tus palabras o acciones afectan la vida de otras personas, es justo en ese momento donde puedes identificar tus límites.

Este viene en relación a que en un centro de enseñanza estatal en Uruguay, la Facultad de Información y Comunicación vemos en su entrada, con el pabellón nacional en el medio, otras dos banderas, una del colectivo LGTBQ+ y otra del orgullo trans.

Lo cuestionable es que si varios estudiantes no están de acuerdo -y es su derecho constitucional a no estarlo- deben callar, so pena de ser declarados homófobos públicamente, por lo cual serán vilipendiados en las redes sociales.

Para estos colectivos ultras no existe la libertad de expresión, solo es válido lo que ellos quieren imponer a la fuerza.

Por simples ejemplos, si se creara un colectivo de heterosexuales, no para atacar a nadie, solo para que se respeten sus ideas o si se colgara una bandera en el frente de esa misma facultad, exponiendo su justo derecho a discrepar con la frase: “Con orgullo soy heterosexual”, menudo lío montarían los del otro lado.

Seguramente, desde la Dirección de la Facultad, las autoridades no autorizarían que otros expusieran su pensamiento opuesto porque entenderían que sería una provocación, sin entender que ya desde un lado están provocando la confrontación.

Entonces, los derechos no se imponen a la fuerza y menos irrespetando la posición de los demás.

No ganan adherentes a su causa, solo rechazo al no entender que no se debe provocar y que no están por encima de quienes piensan diferente.