Que Cristina Kirchner quiera dar clases de buen comportamiento es como pedirle al zorro que vaya a cuidar a las aves del corral y no las coma

Para muchos, Cristina Kirchner padece el "Síndrome de Hubris", un trastorno que se manifiesta en personas con gran poder, caracterizado por un ego desmedido, un sentido exagerado de autoconfianza, un enfoque centrado en sí mismo, desprecio por la opinión de los demás y la tendencia a adoptar excentricidades

0
22
Imagen de fondo: Pixabay

“Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal resulta no ya inmoral, sino criminal y abominable” – Cicerón.-

Cristina Kirchner está presa y no precisamente por buen comportamiento; cumple prisión domiciliaria por corrupta. Arrasó con todo lo que se le puso por delante y se enriqueció saqueando las arcas del Estado con sus cómplices, mientras el pueblo argentino caía en la pobreza y en su último cogobierno con Alberto Fernández, se fueron dejando hundidos a millones de carenciados y una brutal inflación de tres dígitos.

Los jubilados fueron los más golpeados y según informe de Unicef, en el periodo 2022/2023 (gobierno kirchnerista) dos de cada tres niños en la Argentina vivían en la pobreza, o bien en hogares con ingresos insuficientes, o no accedieron a derechos básicos como vivienda digna, agua potable, salud o educación, según un índice oficial que elabora la organización.

Informe oficial de UNICEF del 23 de febrero de 2023

Hoy, en el mundo surrealista donde vive, ataca desde la cárcel domiciliaria donde está condenada a seis años de prisión, a quienes gobiernan con la nefasta herencia que ella dejó y con su tradicional estilo ordinario y “barriobajero”, le dice al presidente Milei: “Ahora entiendo por qué no llegaste a Primera; te tiran un colchón y no lo atajás”, mientras critica todas la acciones de la economía; esa misma economía que como mandataria destruyó.

Para muchos, Cristina Kirchner padece el “Síndrome de Hubris”, un trastorno que se manifiesta en personas con gran poder, caracterizado por un ego desmedido, un sentido exagerado de autoconfianza, un enfoque centrado en sí mismo, desprecio por la opinión de los demás y la tendencia a adoptar excentricidades. El término fue acuñado por el neurólogo David Owen y describe cómo el poder prolongado y sin restricciones puede generar un comportamiento arrogante. 

Ahora, desde esa incomprensible prisión domiciliaria, donde puede utilizar las redes sociales a su antojo, se cree con derecho a criticar y a la vez reírse del pueblo argentino al que ella sometió y empobreció durante sus mandatos.