La Biblioteca Nacional de Uruguay y un cierre injustificado comentado por el diario El País

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"Sean los orientales tan ilustrados como valientes" la frase del prócer Artigas ordenando la creación de la primera biblioteca pública

El sorpresivo e injustificado cierre de la Biblioteca Nacional de Uruguay, anunciado en forma surrealista en la conmemoración del Día del Libro, donde la nueva directora de la institución Rocío Schiappapietra -como ya explicamos en un artículo anterior- que parece estar más perdida que cebolla en ensalada de fruta, estuvo acompañada por el ministro de Educación y Cultura, José Carlos Mahía, donde ambos parecían especialistas en intentar explicar lo inexplicable y el festejo por el Día del Libro, lo tornaron en una marcha fúnebre. Solo faltó que agregaran, “que en paz descanse”.

Las razones esgrimidas para el cierre parecen extraídas del “Libro de la inoperancia”, que debería existir para explicar tantos desatinos.

Las insólitas explicaciones de Schiappapietra: “Estamos transparentando el estado de situación. Esta biblioteca está en crisis en el marco de una situación que se da a nivel mundial” denotan una falta de conocimientos de la realidad local, que no tiene nada que ver con lo que ocurre en el mundo, por lo tanto no se puede comparar.

Pero en forma increíble la directora afirmó: “la mayoría de los ciudadanos no entran a este edificio jamás, salvo en este día”, aseguró, menospreciando la inteligencia de los uruguayos, que van a la Biblioteca cuando con inventiva se crean eventos atractivos, como fueron los multitudinarios maratones de lectura que nunca más se repitieron o las muestras sobre autores uruguayos que congregaban a miles de visitantes.

El argumento para cerrar la BN por “problemas estructurales y falta de espacio”, se contrapone cuando Schiappapietra asegura sin fundamentos que la crisis de la Biblioteca Nacional  es una situación que se da a nivel mundial, no le avisaron que la exdirectora frenteamplista de la BNU, la compañera Esther Pailos declaró poco tiempo atrás: “Para poner un ejemplo: lo que están haciendo en la Biblioteca Nacional de París (Francia) puede adaptarse al Uruguay”. ¿Entonces, los galos no están en crisis?

Y cuando Pailos declaraba ante la consulta de un periodista:

-La infraestructura, las salas, el cuidado de la infraestructura. ¿Cómo está?

– Está en mejores condiciones de las que me esperaba. Se han hecho cambios estructurales muy importantes. Nuestro principal problema, lo tenemos en los depósitos. Estos lugares, tienen un cupo limitado y nuestra colección crece, respondió Pailos.

Hoy, hay un anexo fuera de la central para llevar libros y no se utiliza.

Tampoco está en crisis la Biblioteca Nacional de El Salvador, que presta servicio las 24 horas del día y durante todo del año no cierra, lo que la convierte en la primera en el mundo en su forma de gestión. El edificio 5G cuenta con Internet en los siete niveles de los que consta y está al servicio de la población salvadoreña día a día.

La visión del diario El País sobre la Biblioteca Nacional

El director del diario El País, Martín Aguirre, escribió un editorial sobre el tema: “Mindfulness en la biblioteca”, donde comenta el insólito hecho que no tiene fundamentos.

Aguirre, en la parte medular de su artículo, señala:

La medida generó un escándalo bastante obvio para cualquiera que entienda del tema, o conozca en algo al país. Pero, no para la propia directora, cuya encargada de comunicación informaba a quien llamara para pedir explicaciones, que la jerarca no iba a hablar porque estaba algo impactada por el revuelo generado.

Esto es llamativo, ya que aprovechar nada menos que el Día del Libro para anunciar que se cierra al público, sin plan de obras definido, sin presupuesto claro, sin fecha de reapertura, una institución que está abierta desde antes de que fuéramos un país independiente, parece evidente que va a generar lío.

A ver… Todo el mundo sabe que la Biblioteca Nacional, como cualquier oficina pública, enfrenta los desafíos y dilemas propios de un espacio público en un país como Uruguay. Si usted va a un juzgado, a una dependencia municipal, a un ministerio, podrá comprobar que la decadencia edilicia, los problemas de personal, la falta de presupuesto, son cosas de todos los días. Y el venerable edificio de la BN no es la excepción, pese a lo cual todos los directores previos la hicieron funcionar.

Luego el director de El País, agrega:

Ese es uno de los tres puntos más incomprensibles de esta decisión. ¿No sabía Schiappapietra dónde se metía? Y la justificación esbozada por algún comunicador de que tomar esa medida disruptiva era algo valiente, no resulta aceptable. Un funcionario público valiente es el que logra sacar las cosas adelante, no el que cierra una institución de un día para otro, perjudicando a los usuarios.

El segundo punto tiene que ver con la legitimidad.

Si usted analiza los nombres que precedieron a Schiappapietra, se encuentra con tótems de la cultura como Tomás de Mattos. Gente que literalmente se agarró a las piñas con la estructura para que la biblioteca funcionara, como Carlos Liscano. Personas con un conocimiento enciclopédico de la literatura y la cultura nacional, como Valentín Trujillo. Resulta muy difícil de comprender que alguien con el CV de la actual directora, que con todo respeto está a años luz de tener la relevancia de sus predecesores, se pare de manera algo banal frente a las cámaras a anunciar el cierre indefinido de una institución con semejante impacto en el imaginario colectivo, con la misma sonrisa que pondría un ejecutivo de una multinacional de bebidas cola para anunciar la salida de un nuevo refresco con sabor a palta.

Pero aquí, el director Aguirre no menciona unos hechos que son relevantes para esta historia y refiere a una gestión que abrió el camino para cambiar la Biblioteca Nacional.

En un artículo anterior publicamos el mensaje de María, una jubilada de la BNU en la sección de comentarios de ICN y consideramos que ella lo explica mejor que nosotros; por eso lo transcribimos en forma textual:

María – 27 mayo, 2025 at 11:58

Soy una jubilada de la Biblioteca Nacional y trabajé con varios directores, pero desde el regreso a la democracia, una de las mejores gestiones fue la de Raúl Vallarino (2000-2005), del PN, que modernizó los servicios, trajo la digitalización desde Japón, después de que le quitaran la donación de la Unión Europea, que él había conseguido y que la destinaron a la fuerza a la DGI.

Creó los multitudinarios maratones de lectura todos los años, donde cientos de lectores hacían enormes filas que llegaban hasta la calle y cortaban el tránsito por 18 de julio para participar leyendo obras de los grandes autores. Expuso por primera vez los manuscritos y los objetos personales y las voces de los grandes escritores uruguayos; nos consiguió a los funcionarios una canasta de fin de año extra sumada a la que daba el gobierno, que él conseguió con distintas empresas en varias oportunidades. Todo esto no puede desconocerse.

Después que se fue; otra vez el ocaso de la Biblioteca. Es bueno leer lo que decía el diario La República, cuando Vallarino se fue en 2005: https://www.lr21.com.uy/politica/168869-una-despedida-calida-para-un-director-eficiente

Y se debe recordar que en 2003, cuando el gobierno argentino de Duhalde declaró al dulce de leche patrimonio de la cultura gastronómica y quería quedarse con la denominación de origen del producto en forma exclusiva, Vallarino, solo, se enfrentó a los directores argentinos de la Secretaría de Cultura de ese país y los derrotó con solidos argumentos y logró evitar el desatino, como bien contaba el diario El País: https://www.elpais.com.uy/informacion/sociedad/a-15-anos-del-dia-que-ganamos-la-batalla-del-dulce-de-leche 

Es de justicia reconocerlo.

Editorial del diario Últimas Noticias (Febrero de 2005)

 

2 Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo con el comentario de María. Soy investigador y visito mucho la sala y después de que Vallarino se fue; otra vez el ocaso de la Biblioteca.
    Sin dudas que en su gestión la revitalizó y fui testigo.

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