Por Facundo Ordeig.-
El principio de parsimonia de Ockham establece que, en igualdad de condiciones, la respuesta más sencilla suele ser la correcta; pero aunque en los últimos días me he encontrado con análisis electorales que siguen esta suerte de lógica, parecen olvidar que el Frente Amplio no parte desde el mismo punto que los integrantes de la coalición republicana. En Montevideo, a pesar que históricamente se ha tratado de un bastión del Partido Colorado, es la izquierda quien cuenta con una cómoda ventaja – desde hace tres décadas – debido a que sus competidores intentan reducir la brecha desde sus escritorios, o con estratagemas; una lección que deberían haber aprendido con la victoria de Yamandú Orsi.
En un artículo anterior, a poco menos de cuarenta días de las Elecciones Nacionales, me refería a que de acuerdo a una investigación realizada por The Economist, un 53% de nuestros ciudadanos siente poco o nada de interés en la política, siendo responsabilidad de los “líderes” que anteponen las acciones o discursos superficiales a las prioridades de sus gobernados. Un hecho que pudimos constatar en esta instancia con la baja concurrencia a las urnas capitalinas, donde a su vez, aumentó tanto el voto en blanco como el anulado, pero ¿esto significa que el Frente Amplio ha sabido dar respuesta a los problemas de los ciudadanos?
No, por supuesto que no, porque el estado de las calles que no permiten el ingreso de ambulancias a los barrios más carenciados son prueba de ello, al igual que la falta de iluminación, o un sistema de recolección de basura que prioriza el dar un hábitat a ratas o cucarachas por sobre la salud de los vecinos que deben esperar un ómnibus durante cuarenta minutos a su lado, sin embargo, dar prioridad a los gobernados no sólo implica atender sus necesidades, sino el ser capaces de conectar con ellos, de estar a su lado, cada día, no una vez cada cuatro años. Quizá, lo más curioso de esto no sea la manera en que la izquierda lo ha logrado, sino cómo el Partido Nacional es capaz de hacerlo en el interior de la República mientras que en Montevideo ni siquiera parecen intentarlo; al menos, no sin hacer el ridículo en programas de cocina, al desear adaptarse a las agendas que le han impuesto o alzando la voz en busca de una prensa tan sencilla como contraproducente.
¿Es la cercanía capaz de garantizar una victoria en Montevideo?
Tampoco; porque existen quienes a pesar de practicarla por conveniencia o por convicción, no son capaces de utilizarla como el cimiento de su representación política debido a que en sus acciones se denota la desesperación por acceder a un cargo, pero la presencia constante en el territorio no sólo es el único medio para conocer la realidad en la que se vive, sino también para generar la confianza en que se sustenta el relato de campaña. Una narrativa que articula, de manera coherente pero emocional, el mensaje del candidato, sus valores, propuestas e imagen, siendo capaz de atribuir las carencias de uno a sus rivales o a situaciones que no dependen de ellos. En este sentido, servirá recordar que el problema de los contenedores desbordados no es que lleven cinco días sin ser vaciados, sino el consumismo, o que el miedo al caminar en calles oscuras no es a raíz de la falta de luminarias, sino a la desigualdad que obliga a asaltar o la cultura patriarcal que incita a acosar o violar, sin tener en cuenta que la evidencia recogida a nivel internacional indica que el crimen se reduce en las zonas bien iluminadas. En especial, en cuanto a violencia de género se trata, aunque claro, no es la única medida a tomar.
La oportunidad de asegurarnos contra la derrota está en nuestras propias manos
Es lo que enseña la doctrina del General Sun Tzu; la cual, nos invita a reflexionar sobre la visión a largo plazo, haciendo énfasis en la planificación, la disciplina, la anticipación de los hechos, la construcción de estructuras sólidas mediante la paciencia pero debiendo tener en cuenta las palabras de Miyamoto Musashi, quien sostenía que aquellos que sólo piensan en la victoria se encuentran destinados a la derrota. Un enfoque que deberían tener en cuenta quienes insisten con la implementación de la “coalición republicana” como un lema único con el que presentarse para ir contra la izquierda, siendo necesario preguntarles si seguirán reaccionando a las acciones del Frente Amplio – o peor aún, imitando – o si comenzarán a transitar su propio camino.
En este sentido, me es imposible no recordar las palabras de Wilson Ferreira Aldunate : ¡Qué poco le pedimos a cada uno! Es apenas militancia, fervorosa militancia, por una causa, que es la causa del país. Quizá, es el momento de regresar a ella, pero no mañana, hoy.













