Ya no quedan jueces honestos en Berlín y tampoco fiscales: Cuando la Justicia termina sometida a ideologías políticas

EDITORIAL

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Imagen Freepik

“La injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia en todas partes”
Dr. Martin Luther King Jr.-

La famosa frase “aún quedan jueces honestos en Berlín” se ha empleado universalmente a través del tiempo para referirse a la prevalencia del Poder Judicial por encima del Poder Ejecutivo y a la defensa del débil frente al poderoso en cualquier lugar del planeta.

La historia o leyenda de esa frase tiene dos versiones: una se atribuye al rey Federico el Grande de Prusia, en el año 1747, que sumamente molesto con un molino que consideraba afeaba el paísaje cerca de su palacio, intentó tres veces comprarlo para derruirlo y el humilde molinero siempre se negó a venderlo. Ante esto el rey amenazó con emitir un decreto para expropiar el molino sin pago alguno.

Entonces el molinero pidió audiencia el rey que lo recibió en palacio, creyendo que el dueño del molino accedía a vender. Sin embargo, el campesino fue a entregarle una orden judicial de un juez de Berlín que le prohibía al monarca expropiar el molino para derrumbarlo. Cuando se esperaba la ira de Federico el Grande, ocurrió todo lo contrario, la crónica concluye con las palabras del rey alabando a las instituciones de su reino: “Me alegra saber que todavía hay jueces honestos en Berlín”. Según otra versión, cuando el molinero se presentó con la orden judicial, le habría dicho a Federico el Grande, “aún quedan jueces honestos en Berlín” y entonces se cuenta que el rey aceptó de buen grado la sentencia.

Pero en la actualidad en algunos países esa frase ha perdido su significado, cuando jueces y fiscales actúan sin independencia y con total impunidad se someten a las órdenes del gobierno central, se convierten en militantes políticos y olvidan el camino del Derecho al cual dejan de lado para someterse en forma indigna.

El juramento de los abogados al recibirse consiste en prometer cumplir con la Constitución, las leyes y los deberes de la profesión. También se comprometen a actuar con lealtad y buena fe. ¿Pero eso se cumple cuando asumen como fiscales o jueces?

Lo estamos viendo en algunos países de América Latina, cuando aprovechando jornadas electorales algunos fiscales y jueces, salen en una “cacería de brujas”, no para hacer justicia, sino para dar rienda suelta a su ideología como pide el Foro de São Paulo (FSP).

Esta organización conformada por partidos de izquierda y ultraizquierda, fundada entre otros por Lula y Fidel Castro, en el Documento base del XXIII Encuentro del Foro de São Paulo desarrollado en Managua en 2017, expresa: “La izquierda debe aprovechar las jornadas electorales como tribuna para denunciar a la derecha y posicionar su proyecto. Utilizando no solamente lo que pasa en cada país, sino lo que pasa en el resto del mundo, ya sea a nuestro favor o cuestionando al imperialismo”.

En ese documento, el FSP deja en claro sus intenciones que no son precisamente democráticas al “aconsejar” a sus partidos de los países de la región: La izquierda debe proponerse la toma de todas las instituciones y no solamente la presidencia o las diputaciones. Es importantísimo la toma del poder judicial, los aparatos militares y los medios de comunicación”.

Y lamentablemente, esa orden se cumple a rajatabla y vemos como ya – en varios de esos países de América Latina- las ideologías han tomado el Poder Judicial y los medios de comunicación y en casos puntuales como Venezuela, Nicaragua y Cuba, las fuerzas militares son fieles sirvientes de esos regímenes.

Pero lo que es muy grave refiere a los gobiernos que dicen ser demócratas, pero en la realidad son totalitarios y allí se cumple el manifiesto del FSP, que no tiene nada de imparcialidad y que es someter a través de la “Justicia militante” a quien piensa diferente.

Mientras que las causas que se tramitan en contra de opositores se resuelven en muy poco tiempo con imputaciones express realizadas en un mismo día; en otros casos donde están acusados “compañeros ideológicos”, por el delito que sea, se eternizan por años y cuando se resuelven generalmente se archivan sin condenar a nadie y sin demasiadas explicaciones, mientras filtran información reservada a periodistas militantes amigos.

Lo peligroso es que de esta forma la ciudadanía queda indefensa y cualquiera puede ser víctima por el solo hecho de pensar diferente.