Por Héctor J. Zarzosa González *–
Cuba, una nación con una rica historia y un entorno natural privilegiado, enfrenta hoy el desafío de transformar su matriz energética para reducir su dependencia de los combustibles fósiles y avanzar hacia un futuro más sostenible. Las energías renovables se presentan como una solución clave para lograr este objetivo, no solo por su potencial para mitigar el cambio climático, sino también por su capacidad para impulsar el desarrollo económico y social del país. Sin embargo, el camino hacia una transición energética exitosa está lleno de desafíos que requieren atención inmediata.
Cuba cuenta con un enorme potencial para el desarrollo de energías renovables, gracias a su ubicación geográfica y sus recursos naturales. La energía solar es una de las fuentes más prometedoras, con un promedio de radiación solar de 5 kWh/m² al día, lo que permite la instalación de paneles solares en todo el territorio. Además, la energía eólica tiene un gran potencial, especialmente en las regiones costeras, donde los vientos son constantes y fuertes. La biomasa, derivada principalmente de la industria azucarera, también representa una fuente importante de energía renovable, al igual que los pequeños proyectos hidroeléctricos en zonas montañosas.
Según datos oficiales, las energías renovables representan alrededor del 5% de la matriz energética de Cuba, una cifra modesta en comparación con otros países de la región. Sin embargo, el gobierno cubano se ha fijado una meta ambiciosa: alcanzar el 24% de generación eléctrica a partir de fuentes renovables para 2030. Este objetivo forma parte de la Política de Desarrollo Perspectivo de las Fuentes Renovables y el Uso Eficiente de la Energía, aprobada en 2014, que permite la participación de capital extranjero en proyectos de energía renovable, ofreciendo incentivos fiscales y garantías para los inversores.
Además, el Decreto Ley 345 regula la generación distribuida, permitiendo a los ciudadanos y empresas instalar sistemas de energía renovable y vender el excedente a la red eléctrica nacional.
A pesar de estos avances, el marco regulatorio aún presenta limitaciones. La burocracia puede desincentivar la inversión extranjera y local. Además, la infraestructura eléctrica del país, envejecida y centralizada, no está completamente preparada para integrar grandes cantidades de energía renovable de manera eficiente.
Uno de los principales obstáculos para el desarrollo de las energías renovables en Cuba es la falta de financiación. El bloqueo económico impuesto por Estados Unidos limita el acceso a tecnologías y financiamiento internacional, mientras que la economía interna del país enfrenta restricciones presupuestarias. Además, la falta de conciencia y educación sobre los beneficios de las energías renovables entre la población y los tomadores de decisiones frena la adopción de estas tecnologías.
La adopción masiva de energías renovables en Cuba tendría un impacto económico significativo, tanto directo como indirecto. En el corto plazo, la inversión en proyectos de energía renovable generaría empleos en sectores como la construcción, la ingeniería y el mantenimiento, contribuyendo a la reactivación económica del país. Además, la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles disminuiría los costos de importación de petróleo, liberando recursos para otras áreas prioritarias como la salud y la educación.
A largo plazo, la transición energética podría posicionar a Cuba como un líder regional en sostenibilidad, atrayendo inversión extranjera y turismo ecológico. La generación distribuida y el autoconsumo permitirían a las comunidades rurales acceder a energía eléctrica de manera más confiable, reduciendo la brecha energética entre las zonas urbanas y rurales.
Cuba, enfrenta anualmente la amenaza de huracanes. Esto puede llevarnos, y no de forma errónea, a pensar en la dificultad de implementar mecanismos de generación de energías renovables que sufran ante el azote de los fenómenos meteorológicos. En el caso de los paneles solares, se utilizan soportes y materiales resistentes para que los paneles soporten los vientos fuertes e impactos de escombros. Además, las baterías aseguran el suministro de electricidad durante y después de los huracanes.
La instalación de parques eólicos en el mar ayuda a reducir la fuerza de los huracanes antes de que lleguen a tierra. Adicionalmete, sistemas de detección de tormentas y mantenimiento preventivo garantizan que los aerogeneradores funcionen de manera óptima incluso en condiciones extremas.
*Perfil del autor
Héctor J. Zarzosa González es Ingeniero Superior de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y cuenta con diversas maestrías, entre ellas un doble MBA y otra en Project Management Internacional.
Es Director Técnico del Grupo Corporación Marítima Lobeto Lobo.
Es Diplomado en Docencia Universitaria, autor de importantes publicaciones, y ejerce además como director de diferentes planes formativos, siendo docente en diversas universidades como la UPM, la Universidad de Alcalá o la Universidad San Francisco de Quito.