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Buquebus, López Mena, el “Eladia Isabel” y el fracaso en Estados Unidos

El buque "Eladia Isabel" debió salir de Argentina por estar en infración aduanera y por otro lado la historia oculta del fracaso de Buquebus en Estados Unidos, que López Mena no quiere que se conozca

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El "Eladia Isabel" atracado en un muelle del puerto de Montevideo

Fondeado en un muelle del puerto de Montevideo, el catamarán “Eladia Isabel” de la empresa Buquebus, del argentino Juan Carlos López Mena, espera por un destino que parece incierto. ¿Lo venderán o irá a desguace?.

Meses atrás, las autoridades aduaneras argentinas ordenaron que el buque – de bandera uruguaya- debía salir de Argentina por encontrarse en infracción.

El Eladia Isabel, anclado en Buenos Aires en Puerto Madero en muy mal estado de conservación desde hacía unos seis años. El organismo extendió el plazo hasta el 10 de octubre de 2023, por lo que pasado ese plazo, la Aduana podrá denunciar a la empresa por incumplimiento del artículo 970 del Código Aduanero sobre los plazos de importación y exportación temporaria.

El nuevo plazo se debía a que Buquebus intentó mover el barco pero por el deterioro del mismo estuvo a punto de hundirse.

El conflicto con Buquebus

El conflicto comenzó cuando Buquebus quiso utilizar la embarcación averiada como chatarra sin pagar los impuestos que corresponden por ser un barco extranjero. La compañía, que desde décadas realiza viajes a Colonia, Montevideo y Punta del Este, había solicitado permiso para trasladar 150 butacas de la embarcación a otra. A partir de ese pedido surgió la inspección.

Una vez más el longevo empresario quiso jugar al margen de la ley, pero esta vez no lo dejaron. “El barco es de bandera uruguaya. Ellos querían desarmar el Eladia Isabel y utilizar los repuestos para otros barcos, sin nacionalizar esos repuestos. Además, está varado contaminando todo y ocupando espacio sin tener la documentación al día”, detallaron las fuentes del caso.

Cuando dos barcos están operativos, se hace un “rancho” –el fisco argentino considera así a las provisiones de a bordo y suministros, además de repuestos– y se pasan las butacas, por ejemplo, de una embarcación a la otra.

“En este caso es imposible, porque el buque no tiene nada bien. No está en condiciones, ni un certificado. Es imposible pasar los repuestos de un barco a otro. Buquebus lo tiene que reexportar”, explicaron.

Según había informado la Aduana, “dadas sus irregularidades documentales, el Eladia Isabel fue desafectado del régimen especial de medios de transporte y, en ese marco, la Aduana resolvió su interdicción sin derecho a uso ni traslado, en los términos del artículo 1.085 del Código Aduanero”.

Ahora, el Eladia Isabel ya está en Uruguay y se menciona que lo enviarían a Turquía, pero no explican en que condiciones navegaría dado su calamitoso estado.

Lopez Mena y otra historia mal contada: el fracaso de Buquebus en EEUU

Según informa El Observador el empresario argentino Juan Carlos López Mena, propietario de Buquebus, sugirió que sería “estupendo” que el gobierno de Yamandú Orsi le diera a su empresa la concesión de la terminal en el Puerto de Montevideo.

Y tras reunirse con las autoridades del nuevo gobierno, dijo el naviero argentino: “He ido a Estados Unidos hace 30 años y me aprobaron un proyecto en 3 días. ¿Por qué acá tiene que tardar 20 años?“, se preguntó y agregó que el Estado siempre es lento y hay cosas que el privado quiere para mañana, porque se lo reclama el tráfico“, explicó.

Sobre esos proyectos en EEUU, la historia es muy diferente y terminaron en sendos escándalos, según el libro “Juan Carlos López Mena, de guante blanco”

En 1997, Buquebus preveía la construcción de terminales portuarias para sus buques rápidos en Estados Unidos. Una en Key West, en la Florida, con la idea de unir esa ciudad con Fort Myers, un punto muy cercano a Naples, sobre el golfo de México, donde también le interesaba tener una terminal.

Según el naviero, el mercado era de 50 millones de personas al año y la inversión calculada se acercaba a los cinco millones de dólares; pero aseguraba que el gobierno federal de los Estados Unidos aportaría, a la concreción del emprendimiento, la suma de un millón y medio de dólares.

El empresario pensaba inaugurar los servicios ese mismo año con dos frecuencias de ida y vuelta, y explicaba que también se haría un desembolso de 26 millones de dólares en la compra de los dos buques que realizarían la travesía y que se recuperaría la inversión en un plazo de 15 años.

Pero la realidad en Key West fue muy distinta a la que imaginaba el naviero y la concreción del proyecto se iba dilatando por temas legales de los que casi no se habla.

Todo fue muy poco claro, con una intervención muy criticada del alcalde de Key West, Jimmy Weekley, a quien se le acusó de engaños para obtener un apoyo a Buquebus, contraviniendo las leyes federales del gobierno de los Estados Unidos.

El editor del Key West The Newspaper, Dennis Reeves Cooper, había señalado en su columna periodística: “Lo que dije es que para el derecho marítimo de EE.UU. es ilegal que los buques de propiedad extranjera puedan operar comercialmente en los Estados Unidos, directamente entre dos puertos. Esta ley se la conoce por la «Ley Jones». Su objetivo es proteger los intereses marítimos de América, así como los puestos de trabajo de los marinos estadounidenses”.

El engaño del alcalde de Key West para favorecer a Buquebus

Según el periodista Reeves Cooper del Key West The Newspaper, el alcalde Jimmy Weekley conocía la existencia de esta “Ley Jones” cuando, en junio de 1996, les pidió a los integrantes de la Comisión de la Ciudad que aprobaran una resolución de firme apoyo a los esfuerzos de Buquebus para establecer una línea de transbordadores entre los puertos turísticos de Key West y Fort Myers.

Nadie se explicaba el comportamiento del alcalde, que pedía apoyo para una empresa extranjera y nunca se había preocupado por solicitar lo mismo para alguna compañía estadounidense.

Esta resolución de apoyo era para poder lograr, a través del Congreso de los Estados Unidos, una exención de la ley, que le permitiera operar Buquebus aunque fuera una empresa extranjera.

Los comisionados (ediles) de la ciudad de Key West no conocían le existencia de esta esta ley y, cuando se enteraron, manifestaron sentirse engañados por el alcalde Weekley.

Dos de estos concejales se manifestaron en forma pública. El comisionado Harry Bethel dijo públicamente: “Deberíamos haber sido plenamente informados antes de pronunciarse sobre este asunto”.

Otro de los comisionados, Merili McCoy, por su parte, manifestó: “Yo no tenía absolutamente ninguna idea de que una exención aprobada por el Senado de los EE.UU. sería necesaria para que Buquebus pudiera operar en los Estados Unidos”.

En definitiva el alcalde les hizo firmar a los concejales, un presunto pedido de apoyo, que no era tal, era una solicitud para cambiar una ley para beneficiar a Buquebus, que reglamentariamente con barcos construidos en el extranjero, no podía realizar servicios entre puertos internos de los EE.UU. Pretendían cambiar una ley federal.

López Mena tuvo problemas con una tribu indígena norteamericana

Para poder navegar entonces con un buque construido en EE.UU. López Mena encargó al astillero Pequot River Shipworks, en manos de una pequeña tribu indígena norteamericana: los Pequot, quienes se ocupaban, además, del tema de los casinos de juego en Connecticut.

Pero surgieron divergencias en varias especificaciones técnicas exigidas por las autoridades para la construcción del buque, y hubo que apelar a un arbitraje, lo que retrasó la entrega de la embarcación. Los indígenas norteamericanos se enfrentaban al dueño de Buquebus. Luego de varias dilatorias, el buque Thomas Edison fue entregado. Un año más tarde, alegando dificultades financieras, Buquebus abandonó la construcción de su terminal de lujo en Key West y retrasó el inicio del servicio indefinidamente.

El proyecto se vino abajo y muchos se preguntaban por qué la alcaldía no le había exigido a Buquebus el pago de una fianza que asegurara la culminación de las obras.

Esa respuesta habría que pedírsela al entonces alcalde de Key West, Jimmy Weekley, quien, según los investigadores y comisionados, engañó a muchos para obtener el apoyo a las intenciones de Buquebus.

En Fort Myers

Desde la otra terminal en Fort Myers también se lamentan ya que la alcaldía desembolsó más de un millón de dólares para completar la terminal, mejorar el acceso por carretera a la misma y fortificar el muelle. Hoy, sin embargo, “estamos sentados aquí con un edificio vacío”, dice un frustrado alcalde Jim Humphrey.

El principal jerarca de la ciudad explicó que había perdido la confianza en Buquebus, pero aún pensaba que la idea de un transbordador rápido era viable y sería un imán turístico para su ciudad. Varios funcionarios de la Alcaldía consideraban que se podría encontrar otra empresa para realizar las travesías.

La publicación Florida Trend señaló que Buquebus había devuelto los edificios construidos a las autoridades de la ciudad, comprometiéndose a pagar los alquileres adeudados; pero que no pagó un centavo, según indicaba la publicación citada.

Buquebus culpa a sus problemas en una economía sudamericana debilitada, los crecientes costos de combustible y los litigios con el constructor de barcos.

¿Otro barco en infracción?

Según datos recabados por ICN Diario, otro de los barcos de Buquebus estaría también en infracción aduanera en Argentina, el catamarán Luciano Federico L que desde hace años está  fondeado en el muelle de Tandanor en Buenos Aires, tal cual lo documenta la fotografía de uno de nuestros corresponsales.