“El canciller de la dictadura chavista, Yván Gil, es un personaje oscuro, siniestro y de pocas luces, servil a los mandatos de su amo, Nicolás Maduro, que le ordena lo que debe hacer y decir”, explica un reconocido analista venezolano, bajo reserva de su nombre para evitar la represión feroz que vienen ejerciendo con brutalidad las fuerzas uniformadas del régimen, como la Dirección de Acciones Estratégicas y Tácticas (DAET), junto a la tenebrosa División de Inteligencia Estratégica (DIE), que suman día a día secuestros y desapariciones de dirigentes opositores.
El “diplomático” obsecuente de Maduro ha salido a cuestionar las declaraciones de la directora del Centro Carter, Jennie Lincoln, que aseguró a la agencia AFP, que “no hay evidencia” de que el sistema electoral de Venezuela fuese blanco de un ataque informático en las votaciones del 28 de julio, como afirma el régimen para intentar ocultar lo que ya es claramente un fraude electoral.
En la entrevista Jennie Lincoln explicó que “Empresas monitorean y saben cuando hay denegaciones de servicio (jaqueos) y no hubo una esa noche” y que “La transmisión de la data de votación es por línea telefónica y teléfono satelital y no por computadora. No han perdido data” de las elecciones aseveró la funcionaria del Centro Carter.
El Centro Carter fue invitado por el gobierno de Maduro a ser observador de las elecciones y ahora al dictador no lo gustan las conclusiones.
El nefasto canciller venezolano, Yván Gil, en su delirio, creyó que el prestigioso Centro Carter iba a ser cómplice del fraude, y ahora insulta y agravia a Jennie Lincoln, jefa de la misión de observación de esa organización reconocida por su fiabilidad a nivel internacional.
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Gil, ya no sabe como arrastrarse para servir a su amo y apela a lo único que sabe hacer; salir a vociferar, cuando sabe que el mundo ya conoce que perdieron las elecciones.