Por Andrés Fredericksen.-
Cautelosas, vigilantes, en silencio y elevadas en los rincones y fachadas de majestuosas catedrales, iglesias, castillos y palacios de la vieja Europa se encuentran las gárgolas y quimeras. Con su halo de misterio y divinidad siembran en sus diseños los secretos del paso del tiempo y las historias de la eternidad incendiado la imaginación de quien las observa sumergiendo al espectador en un modo maravilloso, a un viaje fantástico por el mundo de las imágenes, de la magia, del ingenio humano. Un viaje que va desde el misticismo cristiano, pasando por el fascinante mundo de la alquimia hasta el arte gótico.

A través de un recorrido por diversos países de Europa ICNDiario pudo rescatar varias figuras emblemáticas de esta experiencia visual, deleite de los historiadores del arte y un enigma, a veces, terrorífico y sin descifrar para los ciudadanos que se cruzan con ellas.
En sí, estas figuras esculpidas mayoritariamente en piedra y algunas en metal, esconden enigmáticos y misteriosos mensajes en su historia cultural e intelectual que van desde el plano utilitarista, hasta el carácter simbólico de su propia apariencia que se presenta como un demonio horrible que habita en las cornisas de los edificios emblemáticos y devora a las almas malditas, hasta un ser rebelde, valeroso y pagano -enclavado en una cima- que sufre el tormento eterno de los valores sociales trasmitidos de generación en generación en una dualidad representada desde “la Luz” (la Verdad) contra “la Oscuridad” (la Ignorancia).
De esta forma, la idea más popular y que trasciende, es que estas piezas arquitectónicas fueron hechas con el objetivo de canalizar el agua de los tejados de los edificios. De la misma forma, la iglesia cristiana aseguró que eran un símbolo de protección para los creyentes ya que se mantenían fuera de los templos en la que se posaban, ahuyentando a los malos espíritus. Estas indicaban que el mal se encontraba fuera del recinto sagrado como si fuese una jueza de la inquisición.
Por otra parte, como si la magia secreta fuese encontrada en cada muralla de las catedrales y palacios; las gárgolas representan, para las escuelas ocultas de conocimiento como los Rosacruces, la protección, la dualidad de la existencia humana en la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, o bien, son los guardianes del conocimiento esotérico y espiritual a que pocos iluminados pueden acceder, ya que, por desgracia, nuestro conocimiento del mundo espiritual solo puede realizarse a través de nuestras limitaciones humanas. El destello, deslumbra. La luz, guía.
La diferencia entre las gárgolas y las quimeras pasa esencialmente por su función, las primeras sirven- como se nombro- de desagüe para el agua de lluvia, al tiempo que las quimeras su propósito es estético y simbólico, añadiendo elementos de misterio y fantasía a la arquitectura a través de sus formas mitológicas y fantásticas.
Otro componente del trío mágico es el “grutesco”, que es un estilo decorativo que surgió durante el Renacimiento, inspirado en las decoraciones murales de las ruinas romanas redescubiertas, como la Domus Aurea de Nerón. Este estilo se caracteriza por su mezcla de elementos vegetales, animales y figuras humanas o fantásticas, organizadas en composiciones simétricas y complejas. A menudo, los motivos grutescos incluyen guirnaldas, follaje, criaturas mitológicas, máscaras, candelabros y figuras humanas estilizadas, todo ello entrelazado de manera intrincada. Este tipo de ornamentación suele ocupar franjas estrechas y alargadas en los márgenes de las paredes, techos o marcos arquitectónicos, destacando por su fantasía y refinamiento.
Las formas del grutesco son fluidas y caprichosas, con una combinación de lo real y lo imaginario, dando lugar a una ornamentación que a menudo parece salida de un sueño o de un mundo mitológico.
Clasificación
Por otra parte, la Doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, Dolores Herrero Ferrio afirma que la gárgola abarca un amplio marco cronológico y geográfico, por lo que existen gárgolas desde la antigüedad hasta la época contemporánea las cuales se pueden clasificar en tres tipos de figuras: humanos, animales y monstruos.
“Sin embargo, establecer una ordenación exacta es una tarea complicada, ya que hay figuras difíciles de clasificar y temas que se salen de estos tres ámbitos”, explica, agregando, “una misma figura puede englobarse en distintos grupos temáticos. Animales reales que van desde representaciones naturalistas, seguramente utilizadas simbólicamente Animales fabulosos y mitológicos: dragón, grifo, sirena, basilisco, cuadrúpedo alado, etc. Demonios; Máscaras; Híbridos antropomorfos: mitad animal mitad hombre; Humanos: hombres y mujeres de la época como monjes, músicos, brujas”, entre otros.
Contemplar una gárgola muchas veces provoca en el espectador terror, sorpresa, admiración o miedo generando un conjunto de sensaciones difíciles de explicar, las que se complementan con las interpretaciones y creencias arraigadas en las personas.





