Por José Alem Deaces.-
Hoy se cumplen 40 años del regreso de Wilson a nuestro país, luego de su exilio que lo convirtió en el más acérrimo enemigo de la dictadura.
Y si alguien reivindica que fue tan enemigo como Wilson, afirmo que ninguno fue tan eficaz como él, pues con su predica en el exterior, sus intervenciones ante distintos parlamentos, especialmente en de Estados Unidos que condujo a que se suspendiera la ayuda militar a Uruguay, colocó y mantuvo la lucha viva, hasta arribar a la restauración democrática.
Y Wilson no luchó, sufriendo el peor castigo según los griegos, que era el exilio que lo mantenía lejos de su patria y su familia, sólo por los blancos, lo hizo por todos los uruguayos.
El regreso condujo inevitablemente a su detención y prohibición de participar en las elecciones de 1984, que le hubieran permitido ser Presidente de la República en 1985.
Pero su destino estaba marcado desde el tristemente conocido Pacto de Club Naval o aún antes y ahí se oficializó, pues utilizar la palabra “blanqueo”, en este caso sería una falta de respeto.
Esa fue la segunda de las cuatro oportunidades en que se le birló la Presidencia de la República.
La primera, para un gran mayoría ocurrio en las elecciones de 1971, con las discusiones sobre el escrutinio, dónde el conteo de votos, dejó enormes dudas, pues en algunas urnas hubo más votos que votantes.
La segunda en mi opinión, fue la no realización de las elecciones de 1976, en las que sin duda hubiera vencido cómodamente.
El golpe de Estado las impidió, pues el gobierno autodenominado civico militar, que fue claramente más militar que cívico, las suspendió.
Y aunque no fuera su intención, la dictadura favoreció ampliamente al Frente Amplio, que por algo, adhirió a los comunicados militares 4 y 7.
Con un gobierno de Wilson y el cumplimiento de su programa “Nuestro compromiso con usted”, seguramente esa fuerza politica hubiera desaparecido.
La tercera ya fue comentada, sucedió en 1984.
Finalmente la cuarta no fue política, la maldita enfermedad la ocasionó en 1988.
Su Partido, obtuvo las victoria electorales en 1989 y 2019, realizando los dos mejores gobiernos, desde que recuerdo a partir de 1962 estando su huella impregnada en todos los sectores del Partido.
Pero su grandeza se destaca por sus sacrificios personales, dónde nunca midió costos políticos ni cobró revanchas.
Su discurso en la explanada de la Intendencia de Montevideo, apenas al salir de su injusta prisión, llamando a la concordia y respaldando a un gobierno, elegido sin su presencia y su conducta en la aprobación de la “Ley de caducidad”, cuando nadie como él podia pasar una factura, son prueba de ello.
Algunos de los participantes en el “Pacto del Club Naval”, olvidaron los compromisos “subyacentes” o “sobrevalantes”, allá ellos.
Para los blancos, como nos trasmitió Wilson, vale lo que viene desde el fondo de la historia: al país todo.
Finalmente, nunca debe olvidarse, su pedido final a todos los blancos trasmitidos a través de Carlos Julio Pereira y Luis Lacalle Herrera, no se peleen.
Y vaya si el país nos precisa unidos para vivir libremente y crecer económicamente.
Esas son las enseñanzas que siempre deben perdurar.










