Michael Lima Cuadra.-
Durante décadas, el régimen cubano ha empleado su vasto aparato de inteligencia y diplomático para ejercer la represión transnacional, una práctica común en regímenes autoritarios y aquellos clasificados como híbridos, que buscan expandir su influencia más allá de las fronteras nacionales, reprimiendo a disidentes, activistas y periodistas en el extranjero. En el caso cubano estas practicas han oscilado desde la negación de entrada a Cuba de activistas, amenazas, difamación, apertura de casos judiciales fabricados, vigilancia e infiltración de la diáspora cubana hasta el asesinato de exiliados. Al igual que otras dictaduras, el régimen cubano practica la represión transnacional al percibir los movimientos prodemocráticos y su respaldo internacional entre los exiliados como una amenaza existencial.
A lo largo de la última década, se han registrado cientos de casos de represión transnacional perpetrados por regímenes como los de China, Irán, Turquía y otros. Sin embargo, se ha prestado escasa atención al caso cubano, lo cual resulta paradójico dado el marcado aumento de esta práctica llevada a cabo abiertamente por el régimen de la isla en años recientes. En este artículo, proponemos abordar la creciente sistematicidad de esta práctica y argumentar que constituye la respuesta desesperada del régimen cubano para frenar de manera abrupta el crecimiento del activismo y la movilización democrática de los cubanos en la diáspora, quienes apoyan las demandas de sus compatriotas de cambios democráticos y reformas económicas en Cuba.
Represión Transnacional. Del 27N al 11J.
Durante años, el régimen cubano ha operado bajo la suposición de que gran parte de la diáspora cubana global se autocensuraba ante la amenaza de prohibición de regresar a Cuba. Sin embargo, desde finales de 2020, coincidiendo con la movilización internacional de exiliados cubanos en apoyo a la huelga de hambre de un grupo de activistas en protesta por la represión y las protestas posteriores frente al Ministerio de Cultura, este panorama ha cambiado drásticamente. Esto ha llevado a los autócratas cubanos a intensificar sus métodos de represión transnacional.
Este aumento está relacionado con el riesgo percibido por el gobierno ante las persistentes protestas prodemocráticas en Cuba, las cuales han impulsado el activismo de los exiliados y el crecimiento de ‘influencers’ que gozan de amplia popularidad en Cuba y otras partes del mundo. La participación cada vez más visible de jóvenes cubanos exiliados en el activismo ha ampliado el alcance del exilio políticamente activo a otros países, trascendiendo así el centro histórico en el Sur de la Florida, lo que preocupa considerablemente al régimen cubano.
Amenazas abiertas y públicas contra exiliados cubanos de la diáspora global
Desde 2021, el régimen cubano ha amenazado abiertamente con criminalizar a los cubanos en la diáspora global, siguiendo métodos de represión transnacional similares a otros regímenes autoritarios. El 14 de mayo de 2021, anunciaron la intención de enjuiciar a cubanos en el extranjero que financien o apoyen actos subversivos. El 7 de diciembre de 2023, se emitió una “Lista Nacional de personas y entidades que han sido sometidas a investigaciones penales y se encuentran buscadas por las autoridades cubanas,” incluyendo líderes prodemocráticos. Luego, se anunció que había sido entregada a Interpol como notificación roja. Más recientemente, el 25 de abril de 2024, las autoridades cubanas declararon en televisión nacional su intención de enjuiciar a activistas cubanos en la diáspora por delitos políticamente motivados, como “instigación a delinquir” y “sedición“, con amenaza de cadena perpetua y pena de muerte, buscando así frenar el llamado de exiliados cubanos desde el exterior a reclamar sus derechos humanos fundamentales en las calles.
Casos y métodos de represión transnacional
El régimen cubano manipula las notificaciones rojas de Interpol con fines políticos para intentar criminalizar y detener la labor de líderes prodemocráticos, como el Dr. Orlando Gutiérrez-Boronat, coordinador de la Asamblea para la Resistencia Cubana. Gutiérrez-Boronat busca solidaridad internacional con la causa de la democracia en Cuba y promueve el fin del financiamiento por parte de la Unión Europea al régimen cubano. Además, insta al Club de París a condicionar cualquier condonación de la enorme deuda externa de Cuba a cambios democráticos reales en el país.
La historia de represión transnacional en contra del Dr. Boronat es extensa. En una posible colusión entre el régimen cubano y autoridades peruanas, él y la presidenta de la organización Madres y Mujeres Anti-Represión Por Cuba (M.A.R.), Silvia Iriondo, fueron detenidos en el aeropuerto de Lima en 2018 y amenazados con extradición a Cuba mientras se dirigían a la Cumbre de las Américas. La vicepresidenta del país evitó su extradición. A finales de noviembre de 2022, partidarios del régimen cubano en Ciudad de México atacaron físicamente a Orlando Gutiérrez y otros activistas durante una manifestación pacífica frente a la embajada cubana, exigiendo la liberación de presos políticos.
De manera similar, en 2018, Rosa María Payá, fundadora de la iniciativa ciudadana Cuba Decide, denunció que fue detenida en Lima, Perú, debido a una alerta internacional a su nombre emitida por Interpol a petición del régimen cubano. Los periodistas, como Mario Pentón, son blanco de hackeo en sus cuentas de WhatsApp como represalia por su labor de exponer la realidad en Cuba al mundo. Destacadas activistas, historiadoras, profesoras y periodistas como Omara Ruíz Urquiola, Anamelys Ramos y Karla Pérez han sido impedidas por órdenes del régimen cubano en años recientes de poder regresar a Cuba, como represalia por su activismo en el reclamo de sus derechos y por ser críticas de la realidad de miseria y opresión en la isla. Por otro lado, Marta Beatriz Ferrer Cantillo, hija del líder opositor José Daniel Ferrer, fue impedida de entrar a Cuba en 2021. En Barcelona, individuos alineados con los intereses del régimen cubano amenazaron al escritor Abraham Jiménez Enoa y a su hijo debido al análisis crítico que Abraham plasmó sobre la realidad cubana en su libro ‘La Isla Oculta’.
Conclusión
El aumento del activismo en la diáspora cubana ha desencadenado una represión transnacional sistemática y abierta por parte del régimen cubano, con implicaciones globales que deben ser motivo de preocupación para los gobiernos democráticos. Esta práctica priva a las personas del ejercicio de sus derechos humanos, atenta maliciosamente contra la reputación de los activistas, silenciando su voz o intentando hacerlo, y coaccionándolas para que se abstengan de participar plenamente en el debate y la vida pública de sus países de acogida.
Como resultado, en muchos casos se ven obligadas a practicar la autocensura y se distancian de los procesos democráticos y electorales en sus países de residencia. Además, la represión transnacional, considerada una forma de injerencia extranjera, pone de manifiesto la capacidad operativa del régimen cubano para infiltrar comunidades e instituciones de países democráticos, llevando a cabo operaciones de persecución, vigilancia y espionaje contra activistas de derechos humanos, abogados, periodistas y legisladores.
Ante la creciente represión transnacional, las democracias deben impulsar leyes y definiciones legales claras sobre represión transnacional, así como capacitar a funcionarios gubernamentales sobre estas prácticas y su impacto en las comunidades de la diáspora. Sin medidas efectivas y sin un costo político significativo para los perpetradores, la represión transnacional continuará siendo una estrategia preferida por los regímenes autoritarios. Esto erosionará la confianza ciudadana en las instituciones democráticas, violando los derechos humanos y la soberanía nacional.
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Michael Lima Cuadra es investigador y director de Espacios Democráticos, una ONG que busca solidaridad en Canadá con defensores de derechos humanos y la sociedad civil en Cuba. Posee una maestría en historia de América Latina de la Universidad de Toronto.