Mama Antula, reinvindicada y canonizada en el Vaticano luego de ser expulsada junto a la orden a la que pertenece el Papa

Canonización en el Vaticano de la santa argentina Mama Antula

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Mama Antula - Foto: Vatican News

Mama Antula, canonizada este domingo en Roma, fue una mujer laica del siglo XVIII que cuidaba a los pobres y ayudaba a mantener la espiritualidad jesuita con vida en Argentina después de que la orden religiosa, a la que pertenece el papa, la expulsara.

Este domingo 11 de febrero, el Santo Padre presidió en la Basílica de San Pedro la celebración Eucarística con el rito de canonización de la beata María Antonia de San José de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, la primera santa argentina. En su homilía, el Pontífice dijo que, “si nos dejamos tocar por Dios, también nosotros, con la fuerza de su Espíritu, podremos convertirnos en testigos del amor que salva”.

“Mama Antula ‘tocada’ y ‘sanada’ por el ‘pequeño Dios de los pequeños’, al que anunció durante toda su vida, sin cansarse, porque estaba convencida —como le gustaba repetir— de que «la paciencia es buena, pero mejor es la perseverancia». Que su ejemplo y su intercesión nos ayuden a crecer en la caridad según el corazón de Dios”. Esta fue la invitación del Papa Francisco al final de su homilía en la Santa Misa que presidió este domingo 11 de febrero, en la Basílica de San Pedro, con ocasión de la canonización de la beata María Antonia de San José de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, la primera santa argentina, fundadora de la casa de los ejercicios espirituales de Buenos Aires.

El testimonio de la primera santa argentina

Finalmente, el Papa Francisco señaló que la primera santa argentina, María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como “Mama Antula”, impulsada por su celo apostólico enseñó con su vida la cercanía y la salvación de Dios. “Tocada” por Jesús gracias a los Ejercicios espirituales, en un contexto marcado por la miseria material y moral, se desgastó en primera persona, en medio de mil dificultades, para que muchos otros pudieran vivir su misma experiencia.

“De esta manera involucró a un sinfín de personas y fundó obras que perduran hasta nuestros días. Pacífica de corazón, iba “armada” con una gran cruz de madera, una imagen de la Dolorosa y un pequeño crucifijo al cuello que llevaba prendida una imagen del Niño Jesús. Lo llamaba “Manuelito”, el “pequeño Dios con nosotros”. “Tocada” y “sanada” por el “pequeño Dios de los pequeños”, al que anunció durante toda su vida, sin cansarse, porque estaba convencida —como le gustaba repetir— de que «la paciencia es buena, pero mejor es la perseverancia». Que su ejemplo y su intercesión nos ayuden a crecer en la caridad según el corazón de Dios”.

En la Santa Misa – informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede – estuvo presente el Presidente de la República Argentina, a quien el Santo Padre saludó antes y al concluir el rito de canonización.

Los documentos históricos que se encontraron de la vida de la beata señalaron que fue parte de los quehaceres religiosos y que daba clases de catecismo en un templo jesuita hasta que la comunidad religiosa fue expulsada el 9 de agosto de 1767 de la región