Por Paco Tilla.-
Los acaudalados “sindicalistas” argentinos de la Confederación General del Trabajo (CGT), que guardaron significativo silencio durante el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, soportando los desastres que perjudicaban a los trabajadores, a los que no defendieron avalando la errónea conducción de la economía del país, luego de cuatro años sin hacerle un solo paro general, ahora no quieren perder los privilegios de los que ellos – los dirigentes – gozaron mientras la clase trabajadora no llegaba a fin de mes con los magros salarios que percibían en medio de la inflación, el crecimiento atroz de la pobreza y la indigencia.
Hoy, a pocos días de asumir Javier Milei, que se encontró con una herencia maldita, los supuestos sindicalistas no quieren el ajuste que propone el nuevo mandatario, porque no “hay plata” como bien lo explicó sin ocultamientos el presidente libertario.
La izquierda y los sindicatos argentinos, no piensan en poner el hombro ante el caos heredado y creen que se deben seguir dilapidando los dineros públicos para que ellos continúen beneficiándose del Estado.
No les importa la miseria que perciben los jubilados, siempre olvidados durante el gobierno kirchnerista, tampoco que Dos de cada tres niñas y niños en Argentina son pobres o están privados de derechos básicos, según el duro informe oficial de UNICEF, publicado en febrero del 2023; otra “herencia” del gobierno de Alberto Fernández.
Allí están los “aguerridos” sindicalistas, furiosos porque se les terminó la “fiesta” del despilfarro, y programaron un paro general para el 24 de enero contra los ajustes de la economía. Pero eso sí, irán a la movilización ocultando en algún lugar y por varios minutos sus lujosos automóviles de alta gama, no vaya a ser que un despistado se los dañe, pensando que son vehículos de la gente rica.
Lo del título es claro; “Si Milei lanza una campaña para combatir al dengue, la CGT sale a defender al mosquito”.