Por Paco Tilla.-
Lo que menos puede hacer Nicolás Maduro es hablar de lo que significa la democracia, porque él en Venezuela no la practica. Pero lo grave es que en su delirio mesiánico “reta” al pueblo argentino por la decisión soberana de elegir a Javier Milei, en elecciones libres, como nuevo presidente. Una posibilidad de votar sin fraudes que no tienen los venezolanos.
El chavista le dijo a los argentinos: “Quisieron darse ese gobierno. Bueno, ustedes decidieron. Pero nosotros no vamos a callarnos porque es una tremenda amenaza la llegada de un extremista de derecha con un proyecto colonial arrodillado al imperio norteamericano, que pretende acabar con el Estado y que pretende instaurar en el continente el proyecto ultraneoliberal que se impuso en los 70 con los golpes de estado de Pinochet, de Videla, con el golpe de estado de Uruguay”, dijo sin acordarse del nombre del militar uruguayo. Sin dudas que el pajarico de Chávez, que le habla al oído, no le dio ese dato.
“Impusieron un modelo de Estado, negaron todos los derechos sociales e implementaron un Estado represivo paramilitar, parapolicial”, agregó Maduro, pero parecia que estaba hablando de lo que hoy sucede en Venezuela bajo la represión que él ordena.
Con su discurso terminó ofendiendo lo que libremente los ciudadanos eligieron en las urnas. Una libertad que desafortunadamente no tienen los venezolanos.
Hizo referencia a que está leyendo tres libros por día, “Me estoy comiendo tres libros por día”, aseguró, mientras el precio de los libros en Venezuela es inaccesible para los ciudadanos.
Si al menos la lectura lo cultivara, pero ni eso.
Y como dice el viejo refrán: “Qué se puede esperar de un burro más que una patada…”