La República Argentina está sumergida en una de las mayores crisis económicas de los últimos tiempos, con un ministro de Economía – Sergio Massa – que es parte de este gobierno y a la vez, candidato del oficialismo a la presidencia.
La ineptitud de Sergio Massa para conducir la economía está a la vista. La inflación interanual alcanza el 138,3%, el Índice de precios al consumidor registró un alza mensual de 12,7% en septiembre de 2023, y acumuló una variación de 103,2%.
La pobreza creció y 18 millones de argentinos viven en esa condición y otros cinco millones en la indigencia, según datos oficiales del Indec.
Y entonces Massa, en los actos de su campaña electoral, deja su rol de jefe de la economía argentina y se pone en el papel de candidato y a los gritos asegura: “Voy a ser el presidente que va a derrotar a la inflación”.
Y la pregunta surge sola: ¿Por qué, si hoy es el ministro de Economía del gobierno, no aplica de inmediato la solución que dice tener para combatir a la inflación?
Muy poco tiempo atrás, Massa se presentaba como el mayor enemigo del kirchnerismo y aseguraba públicamente que jamás pactaría con Cristina Kirchner, que estaba rodeada por sus condenas de corrupción.
Pero también, Massa prometía que barrería y pondría presos a los ñoquis de La Cámpora, la organización ultrakirchnerista encabezada por el hijo de la vicepresidenta de Argentina.
Hoy, Massa se olvidó de sus promesas y Cristina Kirchner y La Cámpora son los principales aliados políticos que sostienen su candidatura.
La corrupción en el kirchnerismo

Massa está cercado por la corrupción kirchnerista. La vicemandataria está condenada en sendas causas judiciales junto a su hijo Máximo Kirchner y en los últimos días, dos connotados kirchneristas – Martín Insaurralde y “Chocolate” Rigau – están acusados ante la Justicia que los investiga.
Entonces, decir que Massa, no es parte del kirchnerismo, es erróneo, porque las evidencias están a la vista.










