El modelo populista: Venezuela, Argentina

Se estima que el modelo se consolida, casi sin posibilidad de retorno y tiende a profundizar su espiral descendente cuando la pobreza supera el 50% de la población. Porque es allí que adquieren masa crítica, enormes colectivos que pasan a depender de la “protección” de los planes sociales y de las changas precarias propias del empleo informal

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Protesta de piqueteros - Foto: ICN Diario

Por Juan Pedro Arocena.-

En un primer análisis, ningún modelo que atente contra el funcionamiento de la economía, imponiendo progresivamente, pobreza, inflación e improductividad podría consolidarse. Sin embargo, en Venezuela, la dictadura lo viene imponiendo. Algunos autores (Christian Krüger y Andrés Oppenheimer entre otros) describen este fenómeno como la “estrategia de expulsión migratoria”, en función de la cual el modelo podría perpetuarse.

Argentina, también está inmersa en ese proceso, aunque las etapas por las que transita todavía la colocan a cierta distancia de la consolidación a que se habría llegado en Venezuela. Las reservas morales provenientes de la aparente estabilización democrática argentina y de la fortaleza de sus sectores medios que resisten la pauperización progresiva del modelo, están presentando batalla. Una batalla desordenada, destemplada y a veces también desencajada, pero batalla al fin.

Se estima que el modelo se consolida, casi sin posibilidad de retorno y tiende a profundizar su espiral descendente cuando la pobreza supera el 50% de la población. Porque es allí que adquieren masa crítica, enormes colectivos que pasan a depender de la “protección” de los planes sociales y de las changas precarias propias del empleo informal. No se trata de sectores naturalmente vulnerables, sino que han sido sumergidos en la precariedad por los planes sociales y el distributivismo discrecional, que fomentan la improductividad pasiva y desestimulan la contratación laboral formal. Adicionalmente la cultura hegemónica hace su aporte al modelo, imponiendo la idea de que toda necesidad es ya un derecho adquirido, sin contrapartida alguna en el universo de las obligaciones.

Sesudos informes sociológicos (v.g. el PNUD que al tratar el tema se pierde en esa enajenación adictiva y hegemónica del cambio climático y la igualdad de géneros) que en principio se plantean combatir este círculo perverso, se acumulan recomendando lo mismo: mayor y más extensa protección social a los sectores informales. Es decir, tratar al enfermo con mayores dosis de la misma droga que lo enfermó. Así, la pauperización va copando el tejido social y quienes son absorbidos por ese agujero negro, quedan prisioneros de la dádiva estatal, la que también es cada vez más insuficiente porque se presenta la hiperinflación y la sociedad toda produce menos. En ese marco, desciende también la capacidad del sector privado de generar empleo formal, el que va quedando restringido al sector público. Un tercer colectivo está compuesto por empresarios prebendarios y especuladores que viven de los negocios con el gobierno o de meras especulaciones financieras que el modelo, en sus disfunciones económicas, posibilita. Ellos se encargarán de corromper (aunque el término ya no sería corrupción sino una mera y obscena asociación) a los gobernantes. No son empresarios capitalistas, sino una nueva versión de los barones feudales que, sin arriesgar, invertir ni innovar amasan fortunas. La fuente de riqueza disminuye, se hace más extractiva y se registran enormes pérdidas de valor. En esa lógica quienes no logran o no quieren entrar en alguno de estos colectivos se ven forzados a emigrar y de allí lo de la estrategia de expulsión migratoria que mencionábamos al principio, la que también se hace necesaria para que haya menos bocas que alimentar.

A cierta altura, el proceso, requiere un creciente autoritarismo. La dupla Chávez – Maduro supo imponerlo en Venezuela. Argentina a los tumbos, evita tomar ese camino. Sigue por ahora tratando de construir poder político en la legitimidad democrática, la que hace transitar al electorado por un largo camino de convergencia: desde la agrupación política al partido político y de éste a las coaliciones y luego, ya en pleno proceso electoral:  las primarias primero seguidas por la 1ª vuelta y finalmente la 2ª. en la que todo queda reducido a dos opciones. Así, la democracia se presenta como una enorme y sabia empresa constructora de consensos, que demanda renuncias, concesiones, disculpas, olvidos y perdones.

Y como a los uruguayos nos preocupan y afectan particularmente nuestros vecinos, no podemos evitar opinar en esta instancia electoral. Todos cuantos estén honestamente en Argentina contra el oprobio que pretende consolidar el populismo kirchnerista, deben ser conscientes de esta lógica, por la que se hace imposible que el candidato que acude al balotaje con esa inspiración, represente el 100% las ideas de todos y se haya comportado siempre y en todo lugar conforme a lo que de él se esperaba. Las generalizadas declaraciones que manifiestan “optar por el menos malo” improvisan esta expresión para dar cuenta del fenómeno. En este contexto, si convenimos en que retomar los equilibrios macroeconómicos y la estructura de los precios relativos (es decir acabar con el caos en la economía) es el primer requisito para hacer abortar el modelo que tiende a consolidarse en Argentina, “they have no choice”: a ´pesar de todos sus exabruptos… Milei.