Javier Milei y Domingo Tortorelli o cuando la locura está de moda

La diferencia es que Tortorelli era un hombre bueno e inofensivo y en cambio Milei, un autócrata peligroso y totalmente fuera de si

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Domingo Tortorelli en su campaña presidencial en Uruguay

Por Paco Tilla.-

Javier Milei (a) “El Loco” el libertario candidato argentino, además de llevar en su listas “sospechosamente” a algún personaje con pasado delictivo y haber colocado a cierto político muy bien posicionado por orden de Malena Galmarini, la esposa de Sergio Massa a quien Milei dice enfrentar de mentirita, tiene estas promesas en caso de ganar:

Privatizar el sistema de jubilaciones y pensiones, para avanzar luego en la salud y la educación, para que ambas pierdan su gratuidad y sean aranceladas.

Impulsar la libre portación de armas al estilo Trump.

Restricciones a extranjeros, como el pago de las residencias, la prohibición de ingreso al país con antecedentes penales y la deportación inmediata para delincuentes que no sean argentinos.

Las polémicas propuestas de la venta de niños y órganos, que son totalmente rechazables y demuestran la frágil y peligrosa mentalidad del candidato argentino.

Eliminar la coparticipación federal y promover una “competencia de monedas que permitan a los ciudadanos elegir el sistema monetario libremente o la dolarización de la economía”.

La diferencia es que Tortorelli, de quien nos ocuparemos ahora narrando su historia, era un hombre bueno e inofensivo y en cambio Milei, un autócrata peligroso, ciclotímico y totalmente fuera de si, que inexplicablemente puede tener la llave de la gobernabilidad en Argentina

Quién era Domingo Tortorelli

En el siglo pasado, allá por 1942 y 1950, un candidato surrealista aparecía en Uruguay, Domingo Tortorelli, quien tenía su propia agrupación política a la que llamó el Partido Concordancia y se registró ante la Corte Electoral con la lista número 200 y cuyas promesas electorales, salvando las distancias, eran locuras tales como: colocar en las esquinas de las calles, canillas gratuitas de leche. Que entre los departamentos de Rivera y Montevideo se construyera una carretera en bajada para que los camiones de carga ahorraran combustible.

Pero sus propuestas, como las de Milei, eran varias. Tortorelli también proponía que la jornada laboral fuera únicamente de 15 minutos;  anunciaba que propiciaría una ley que otorgaría a todos los ciudadanos, al llegar a los 18 años de edad, un empleo público.

Se autopresentaba como «El Salvador de la Patria», «Un hombre honesto a carta cabal», «El Patriota Artiguista» y «El Primer Demócrata».

Le encantaba el cine y de llegar a la Presidencia aseguró que instalaría 200 biógrafos gratuitos distribuidos por todos los barrios y decretaría el matrimonio obligatorio de todos los uruguayos al llegar a los 25 años de edad.

Otra de sus promesas era ponerle techo al estadio Centenario de Montevideo.

Afirmó que bajaría a la mitad el precio de la yerba, el azúcar y el vino.

Comparación final: en las elecciones de 1942, su fiel escudera era su esposa, Anatolia Manrupe de Tortorelli que también aparecía como vice. Hoy Milei tiene en su hermana Karina, su apoyo en las propuestas que presenta.

La diferencia es que Tortorelli era un hombre bueno e inofensivo y en cambio Milei, un autócrata peligroso y totalmente fuera de si.