José L. Rondán.-
La vida me lo ha enseñado; lo he experimentado en carne propia.
El ser humano a lo largo de su existencia, a veces si, a veces no, tiene la oportunidad de demostrar de qué madera está hecho y es en ese preciso momento, cuando las circunstancias son dadas, cuando debe tomar alguna acción, en que él deberá demostrar si es un valiente o es un cobarde.
Hay momentos en la vida de una Nación en que se requiere de un líder fuerte, decidido y con una actitud tal, que desde allí irradie seguridad, confianza y sobre todo, esperanzas.
Nuestro país, a poco de asumir este Gobierno, se vio envuelto en una cruel pandemia que llevó a poner de rodillas a muchos, quienes no supieron en su momento articular defensas, estrategias, ni dinámicas para salir más o menos bien librados de ella.
Uruguay fue ejemplo de liderazgo en el concierto mundial, a pesar de quienes por diferentes canales, auguraban mortandad y desolación (y creo que hasta la deseaban).
Las circunstancias llevaron a los líderes del momento, a la superior oportunidad de demostrar cuan valientes o cuan cobardes podrían ser en ese instante; unos demostraron firmeza y actitud en sus decisiones, conformado un aguerrido equipo para asumir el problema y dar respuestas al pueblo, otros desaparecieron como por arte de magia, internándose en un conocido balneario, dándole la espalda a miles de sus seguidores y otros, se transformaron en oráculos del destino, previendo desgracias y catástrofes que jamás sucedieron.
De pensar en el país todo, en su conjunto, líderes trabajando codo a codo para salir adelante, nada.
Pasó el tiempo y cuando creíamos que todo estaría en calma, desembarcó en el territorio una maldita sequía y allí, nuevamente la guía, las decisiones y la fortaleza para decirle a la vida que estamos de pie y firmes como sociedad para enfrentar los desafíos por venir.
Pero nada es fácil, no puede serlo.
Las críticas desmedidas, las opiniones y comentarios para la tribuna, el artístico llanto por las probables deformaciones de fetos, las medidas tardes e insuficientes esgrimidas por otros y hasta las nefastas aseveraciones de que de los grifos de Montevideo no sale una gota de agua, son moneda corriente.
Una vez más, en este momento la Naturaleza da la opción a los líderes, de demostrar de que están hechos; o están conformados de buena madera y asumen con valentía y decisión o son un simple cartón que solo sirve para tapiar paredes y únicamente se dedican a ¨caranchear¨, como se dice por estos días, aguardando obtener de su mezquindad, los correspondientes beneficios en próximas elecciones.
Muchas son las circunstancias que por razones de intereses políticos, llevarán a los líderes a manejarse como oposición, a confrontar ideas y discutirlas desde la base del respeto, pero muchas son las circunstancias que deberían llamar a la reflexión para intentar al menos, buscar acercamientos para ayudar seriamente, sin buscar réditos ni victimizarse como niño caprichoso si las cosas no son como ellos pretenden.
La historia de los pueblos se escribe solo una vez y es en ese preciso instante donde los hombres y mujeres que pretenden ser seguidos, deben desdoblarse para evidenciar su verdadera esencia.
¡El tiempo, y solo el tiempo, dirá de ellos!