Noche de Yule: Solsticio de invierno

Solsticio de invierno. La oscuridad y la luz se enfrentan en mortal combate, buscan la supremacía y en esa lucha nos involucran. El clan se prepara para la reunión, las energías todas están puestas en ello

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José L. Rondán.-

A veces,  parece como que la vida nos ubicara en mundos paralelos; a la mañana oficina o taller, bus, compras en el supermercado, llamadas telefónicas etc. y a la tarde, pinturas faciales, atavíos, armas y una gran hoguera.

En ese ámbito es que se mueven los integrantes de VUELO DE CUERVOS; viejo clan de extracción celta que funciona en Uruguay desde hace casi dos décadas.

Solsticio de invierno. La oscuridad y la luz se enfrentan en mortal combate, buscan la supremacía y en esa lucha nos involucran. El clan se prepara para la reunión, las energías todas están puestas en ello.

Para el cristianismo, necesitado de festividades que atrajeran al mundo pagano de otras épocas, Noche de San Juan, para nosotros, el Clan, en el hemisferio Sur, noche de YULE.

Yule, deidad de la esperanza ante la noche más oscura, regeneración y vuelta a la vida. Noche de introspección, de invocaciones, cantos y alabanzas a una deidad que no puede ser sustituida, que se regenera en cada solsticio y con fortaleza enfrenta a la noche más oscura por un lado y al tozudo machacar del dogma cristiano por el otro, intentando imponer a las hogueras de San Juan, Evangelista o Bautista, según sea el hemisferio donde se desarrolle la celebración en cuestión.

En Europa, en contraposición se llevó adelante el solsticio de verano, reverenciando a Litha o la Dana Celta, diosa del verano y del sol.

Como es habitual ya, en el clan VUELO DE CUERVOS, tuvimos invitados, como pasaba en la antigüedad, en esta oportunidad nos acompañó el clan escocés VALHERJES CRUACHAN, clan hermano de larga data. Las carpas se dispusieron a lo largo y ancho del terreno,  y cada quien se dispuso a colaborar con el armado del fogón, los estandartes, las vituallas para la deliciosa y nutritiva comida de olla preparada por uno de los jefes del clan y sobre todo, el armado del mítico  altar preparado y acondicionado amorosamente y de forma rituálica, por una de nuestras druidesas.

La fría noche nos encontró reunidos en comunión, danzando, compartiendo y trayendo al grupo las mejores energías de la Naturaleza en este cambio de estación, tal cual ocurría hace milenios, tal cual ocurría cuando aún el ser humano no dejaba registro de sus actividades, salvo por algunos petroglifos perdidos en antiquísimas grutas.

Invocación a los seres feéricos, meditación y reconocimiento de nuestros hermanos y hermanas, encendido de hoguera y luz. Yule se hacía presente en todo su esplendor y con ella, nuestros espíritus se hacían uno con la necesidad visceral del ser humano de hacerse de sus energías, de abrigarse en su fuerza regenerativa y transitar por ese sendero mítico que nos dice de la esperanza de que mañana nuestro sol estará ahí y que la noche más oscura no será para siempre y cuando la luz llegue, ahí nos tendrá que hallar.

Pronto tendremos otros encuentros, otros reconocimientos a diferentes deidades atávicas, celebraremos alguna boda, y por natural necesidad, nos reuniremos en algún bosque, en la playa, junto a un fogón, para decirnos de nuestro camino, de nuestras esperanzas, de nuestros proyectos y también, porque no, de nuestras frustraciones y fracasos, pero siempre bajo el sino del CLAN, porque así es nuestra vida.

 

 

 

 

 

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