Acabo de leer una entrevista a la escritora Isabel Allende, autora de la editorial Plaza & Janes (Grupo Penguin Random House) y realmente me asombran sus repuestas.
Al comenzar la lectura de sus declaraciones a la página LatidoBEAT, imaginé que estaría radicada en Cuba, Nicaragua o Venezuela; pero no, la señora Allende vive en su casa de Sausalito, en San Rafael, California, EEUU, desde 1988. (Pido disculpas por mi desconocimiento).
Desde ese lugar, donde afirma haber escrito varias de sus novelas, ha declarado que “Hay una vuelta al populismo, a la extrema derecha y al fascismo que es muy peligrosa. Está pasando en toda Europa y en América Latina también”, advierte. Sin embargo, entiende que esas nubes en el horizonte no implican la fatalidad de que —como cantara el brasileño Cazuza— estemos obligados a ver cómo el futuro repite el pasado”.
Sobre lo que expresa la escritora chilena, coincido en que hay una vuelta al populismo. Basta ver lo que ocurre en Venezuela o Nicaragua, o en El Salvador o en Honduras, donde todos vemos la forma de gobernar de los mandatarios de esos países, porque los populismos no son solo de extrema derecha, y el fascismo también existe en los dos extremos. Negarlo o callarlo, no evita su existencia.
La democracia, señora Allende, es el mejor remedio para los populismos y creo debería saberlo, porque usted – quiero imaginar – no eligió el lugar para vivir donde no existan los valores democráticos. Nadie sería tan masoquista.
Al populismo, a la extrema izquierda y al fascismo los vemos a diario también en Europa. Unidas Podemos, ahora con la nueva formación ultraizquierdista Sumar en España, la agrupación proetarra Bildu en el País Vasco y en los separatismos de ERC y JuntsxCat, entre otros.
También y en esto coincido con usted, no nos olvidemos de la extrema derecha fascista en Francia de los Le Pen y de la extrema izquierda en ese país, representada por Jean-Luc Mélenchon.
Y podríamos seguir por Italia, Portugal, Alemania y tantos otros países europeos donde los dos extremos confrontan a diario, pero sería hablar más de lo mismo.
Tal vez, señora Allende y para finalizar, convendría recordar al socialista presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, que en 2014 afirmaba que jamás pactaría con populistas: en una entrevista en Antena 3 ese año, dijo claramente: “Porque el final del populismo es la Venezuela de Chávez, la pobreza, las cartillas de racionamiento, la falta de democracia y, sobre todo, la desigualdad”, aseguró, aunque luego hizo todo lo contrario, pactó con Podemos, con ERC y con los proetarras de Bildu, para mantenerse a cualquier coste en el poder.
En 2019 Sánchez afirmaba en televisión que “no dormiría tranquilo” con ministros de Podemos en su Gobierno y terminó pactando con Podemos y con Pablo Iglesias, que se convirtió en vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Entonces, con mi admiración por sus obras, eso es justo reconocerlo, le pido, humildemente, que no confunda a los jóvenes con apreciaciones que no son reales sobre los populismos y los extremos.