El Águila del Graf Spee es una oportunidad, no una simple escultura

El presidente Lacalle Pou anunció que águila del Graf Spee será convertida en un símbolo de paz

0
832
Conferencia de prensa del presidente Luis Lacalle Pou y el escultor Pablo Atchugarry

Por Facundo Ordeig.-

En Diciembre de 1939, tras la Batalla del Río de la Plata, el acorazado de bolsillo Admiral Graf Spee atracó en el Puerto de Montevideo para realizar reparaciones, evacuar a los heridos, enterrar a sus muertos y liberar a los prisioneros de guerra que mantenían cautivos pero ante el permiso de tres días que nuestro gobierno les dio, siendo que llevar al acorazado a las condiciones óptimas de navegabilidad demoraría dos semanas, junto al engaño montado por los servicios de inteligencia británicos para hacerle creer al Capitán Hans Langsdorff que tendría el paso cortado por fuerzas enemigas, sus opciones se redujeron a buscar refugio en Buenos Aires o echar a pique la nave, lo cual acabó sucediendo. Y en 2006, se extrajo de nuestras aguas una gran águila de bronce de cuatrocientos kilos, de dos metros de altura, con una corona de roble enmarcando una esvástica en sus garras que adornaba la popa de la embarcación, la cual, tras un largo proceso quedó en manos del Estado, quedando en custodia de la Armada durante todo este tiempo, el Presidente de la República encomendó al artista Pablo Atrchugarry transformarla en una paloma de la paz como símbolo de la unión en contraposición al oscuro, trágico y dantesco momento histórico que actualmente representa, pero aunque para algunos es un mensaje positivo, se comete un error, porque ese odio que alberga la pieza no se destruye con altas temperaturas, el odio sólo se erradica con educación.

Es cierto que con exhibir la pieza se corre el riesgo de que se convierta en un objeto de adoración por parte del movimiento neonazi o de quien sin serlo, sea antisemita, pero ese mismo riesgo existe en el Museo Estatal de Auschwitz, el cual pese a funcionar en el mismo campo de exterminio donde se asesinó a 1.1 millones de personas, fue nombrado como Patrimonio de la Humanidad por la educación que allí se brinda a las nuevas generaciones, y aunque uno puede pensar que no es posible comparar un simple objeto con uno de los sitios más oscuros sobre la faz de la tierra, el Museo realiza exposiciones en distintos países para acercar la historia a quienes no pueden ir hacia ella, enseñando en ellas un solitario zapato infantil con una media, lentes, brazaletes de los prisioneros e incluso las estructuras metálicas que servían como una suerte de barracas, entendiéndolos como la razón para conversar sobre lo que sucedió.

De esta forma es que deberíamos ver al águila del Tercer Reich que se encuentra en nuestro poder, como una oportunidad para conversar tanto con niños como con adolescentes del miedo, del dolor y de la destrucción que sembró con su vuelo sobre Europa, pero también como un recordatorio de lo cerca que estuvo de nuestra tierra pues cuando se nos enseña sobre la Segunda Guerra Mundial pocas veces se habla de cómo es que Adolf Hitler pretendía hacerse con América del Sur o el destino que pretendía darnos.

Espero que las autoridades recapaciten, porque si no, sólo tendremos la escultura de una paloma que no demorará en ser vandalizada, probablemente, con una esvástica.

Hasta la próxima