Horacio Rodríguez Larreta, el alcalde de Buenos Aires, no tiene un carisma que lo destaque, cuando da un discurso es parco y no desprende encanto, pero es precandidato dentro del PRO, a presidente de los argentinos.
El jefe de Gobierno de la ciudad copia el estilo desaliñado de Mujica, Boric y Evo Morales; rara vez usa corbata y no viste como un funcionario que desempeña un alto cargo.
Lo que hoy es, se lo debe – en demasía – al respaldo que le dio el expresidente Mauricio Macri. Pero Rodríguez Larreta, ahora lo desafía y lo confronta.
Macri le pidió que que el PRO mantenga la hegemonía en la ciudad de Buenos Aires y tenga un solo candidato para disputar la candidatura de jefe de gobierno de la CABA, contra el senador nacional de la UCR, pero Rodríguez Larreta, ni caso, mantiene su apoyo a Fernán Quirós, en oposición del otro candidato, Jorge Macri.
Sus acciones, parecen incomprensibles y si bien algunas “encuestas”, lo ponen por delante de Patricia Bullrich, la otra precandidata del PRO, nada se puede descartar porque Bullrich, posee una sólida preparación y habla con claridad al votante, al contrario de la parquedad de Rodríguez Larreta.
El precandidato coquetea con los precandidatos de la Unión Cívica Radical (UCR), partido político que integra con el PRO, la coalición de Juntos por el Cambio.
La UCR, tiene un candidato para el cargo de jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que no viene de sus propias filas, ya que Martín Lousteau, reconvertido en radical, fue ministro de Economía de Cristina Kirchner.
Así las cosas, la interna del PRO está en medio de una conflictividad, difícil de resolver.