Lula Da Silva está eufórico y no reconoce la enorme división en un país cortado en dos mitades y que le será difícil gobernar en medio de una grave grieta. El anciano líder de la izquierda obtuvo el 50,73% de los votos frente al 49,27% del derechista Bolsonaro.
Lula tampoco tendrá mayoría en el legislativo y eso es una de las grandes trabas que debe atender en su mandato.
“Esta no es una victoria mía o del Partido de los Trabajadores, ni de los partidos que me apoyaron en la campaña. la victoria de un movimiento democrático que se formó por encima de los partidos políticos, los intereses personales y las ideologías para que la democracia saliera victoriosa”, dijo Lula en la noche de la victoria.
“Intentaron enterrarme vivo y aquí estoy”, aseveró el mandatario electo que asumirá el 1 de enero de 2023, pero no mencionó que aún debe enfrentar a la Justicia en un futuro próximo, porque la anulación de sus juicios por corrupción, no se deben a que sea inocente, sino que se anularon por tecnicismos de jurisdicción y volverá a ser juzgado por los mismos delitos.
Para peor, en el Estado de São Paulo, motor económico de Brasil y principal centro electoral del país, ha ganado el candidato de Bolsonaro, Tarcísio de Freitas.
Las pruebas contra Lula
Lula fue acusado de haber aceptado que la constructora OAS le reformase un departamento de lujo de tres pisos en Guarujá, en la costa de São Paulo, a cambio de favorecer a la empresa en sus negocios con Petrobras.
También fue acusado de beneficiarse de obras realizadas por OAS y Odebrecht en una finca en Atibaia, en el interior de São Paulo, que pertenecía a un amigo suyo y que el expresidente frecuentaba con su familia.
También en este caso, los investigadores del Lava Jato dijeron que estas mejoras fueron financiadas con dinero desviado de la petrolera estatal.
Uno de los principales acusadores de Lula fue uno de sus hombres de confianza, Antônio Palocci quien dijo ante la Justicia que Odebrecht adquirió un apartamento en São Bernardo do Campo para el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva y un terreno para la construcción del Instituto Lula, como compensación por las ventajas que la empresa recibió durante el gobierno de Lula. “Quisiera decir, en principio, que la denuncia procede. Los hechos narrados en ella son verdaderos. Yo sólo diría que los hechos narrados en esa denuncia se refieren a un capítulo de un libro aún mayor de una relación de Odebrecht con el gobierno del ex presidente Lula y de la ex presidenta Dilma, que fue una relación bastante intensa, bastante movida a ventajas dirigidas a la empresa, a las tasas pagadas por Odebrecht para agentes públicos en forma de donación de campaña, en forma de beneficios personales, en forma de caja 1 y caja 2 “, dijo Palocci al iniciar el testimonio. “Y yo tengo conocimiento porque participé de buena parte de esos entendimientos en calidad de ministro de Hacienda del presidente Lula y ministro de la Casa Civil de la presidenta Dilma.
El ex ministro Palocci detalló, además, cómo las oficinas de Petrobras fueron divididas entre los tres principales partidos que componían el gobierno durante las administraciones de Lula y Dilma Rousseff. “En la Dirección de Servicios, [quedó] el PT, en la Directiva Internacional, el PMDB, y en la Dirección de Abastecimiento, el PP. Se desarrolló una relación de intenso financiamiento partidista de políticos, personas, empresas. Este fue un ilícito creciente en Petrobras, porque las obras crecieron mucho y, con ellas, los ilícitos “, dijo.
Palocci también le dijo al juez que conversaba con Lula sobre esas relaciones. Narró cómo fue cuestionado por el ex presidente en 2007 por si se estaría viendo mucha corrupción en las directivas de Servicios y de Abastecimiento.
Según el ex ministro, Odebrecht repasó R $ 4 millones en especie al Instituto Lula como propina. Palocci dijo además que la empresa Odebrecht había puesto a disposición una reserva de 300 millones de dólares en propina al Partido de los Trabajadores, y que el ex presidente Lula sabía que se trataba de “dinero sucio”.