Este 29 de septiembre se cumple un nuevo aniversario del brutal atentado terrorista perpetrado por los tupamaros al bowling de Carrasco en Montevideo, donde una humilde limpiadora del lugar, Hilaria Quirino, quedó inválida de por vida, falleciendo tiempo después por causa de las heridas recibidas.
En la noche del día del atentado, El Diario informaba: “La voladura esta mañana del “Carrasco Bowling Automático” en el cruce de Figari y Río de la Plata, es el atentado con explosivos de mayor entidad que han cometido hasta ahora los sediciosos… El local quedó destruido como si hubiese sido sometido a un bombardeo y para ello los conspiradores hicieron detonar simultáneamente varios atados de cartuchos de plastingelinita de la robada por ellos el 8 del cte., durante el asalto a la cantera Montevideo S.A… ubicada en Camino Pavia 3112. Pérdidas por 40 millones… allí pudo haber más personas que las que se encontraban en el lugar en el momento de la explosión, una de las cuales halló la muerte… la infortunada limpiadora, a la que los vecinos rescataron de entre vigas y mampostería que le cayó encima. Esta víctima recibió heridas de entidad”.
Luego el mismo periódico titulaba: “APLASTADO BAJO TONELADAS DE ESCOMBROS MURIÓ UN SEDICIOSO” y agregaba información: “Un hombre con el rostro y manos cortadas, una mujer con la pierna destrozada y fractura de columna vertebral y un sedicioso muerto aprisionado bajo las estructuras de hormigón del edificio dedicado al bowling es el saldo en personas del atentado realizado”. Luego se comprobaría que otro tupamaro había muerto en la explosión provocada por ellos mismos. Allí murieron los terroristas Carlos López y Roberto Rhon, los dos tupamaros que maniobraban los explosivos sin saber como hacerlo, visto el resultado.
Lo lamentable fueron las graves heridas de Hilaria Quirino, la trabajadora del bowling, una madre que se desempeñaba como cuidadora del Club de Bowling de Carrasco, que en el atentado terrorista de los tupamaros fue herida de gravedad y nunca logró recuperarse de aquel trágico e injusto episodio que la marcó a fuego hasta el final de sus días. Ni ella ni sus cuatro hijos, recibieron justicia desde el atentado en 1970, en democracia.
“En el interior de un box del Hospital Militar se debatía hoy… la empleada del “Bowling”, doña Hilaria Quirino de Monteagudo, sacudida por terribles dolores, mientras una pesa colgaba de sus extremidades fracturadas”, puntualizaba la nota periodística de El Diario.
Posteriormente, los medios de prensa de la época informaban que Hilaria Quirino había quedado inválida de por vida y con graves secuelas del atentado.

Nunca hubo justicia para esta trabajadora y tampoco para su familia, mientras que muchos que atentaron contra la democracia, hoy perciben “pensiones” de por vida y que son heredables a sus descendientes.