Con una surrealista consideración, muy lejos de la realidad del buen uso del idioma, el Consejo Directivo Central (CDC) de la Universidad de la República (UdelaR) de Uruguay, ha rechazado el proyecto de ley que buscaba evitar la utilización del distorsionante lenguaje inclusivo en los centros educativos.
Los integrantes de ese Consejo Directivo, defienden -no con la altura académica esperada- ese desatino lingüístico que deforma el idioma español.
“Los colectivos que se autoidentifican y defienden sus derechos con la utilización de creaciones léxicas que no marcan el masculino como genérico no desnaturalizan el lenguaje ni lesionan derechos de otras personas”, señalan desde la UdelaR.
El Consejo Directivo Central (CDC) también expresa que el artículo 3 de la Ley Orgánica de la UdelaR “define como derecho inherente del personal docente la libertad de catedra y reconoce el derecho a la más amplia libertad de opinión y critica a los órdenes universitarios e individualmente a cada uno de sus Integrantes”.
El CDC de la UdelaR manifestó su “desacuerdo con aquellas propuestas que buscan prohibir el uso de algunas formas del lenguaje, así como con cualquier mecanismo que busque atentar contra la libertad de expresión y la libertad de cátedra”.
¿Qué tendrá que ver la libertad de expresión y la libertad de cátedra, con el mal uso del idioma español?. Parece mentira que educadores que deben formar a las nuevas generaciones, se cuelguen de explicaciones absurdas, defendiendo una distorsión del lenguaje que nada aporta. Inclusivo sería, señores de la UdelaR, que ustedes que tienen la forma de hacerlo, publiquen más textos y trabajos académicos y estudios en Braille y editar cuadernos enseñando a todos los estudiantes el lenguaje de señas, fundamental para la comunicación. Eso sí es inclusión.
La Real Academia Española (RAE) se ha expedido sobre el lenguaje inclusivo explicando que “El uso de la letra ‘e’ como supuesta marca de género inclusivo es ajeno a la morfología del español, además de innecesario, pues el masculino gramatical (’chicos’) ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género”.
El director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, ha respondido ante quien intentaba imponer el lenguaje inclusivo: “La posición de la RAE es clara. El desdoblamiento altera la economía del idioma. Y yo añado: y la belleza. Este tipo de variantes la estropean. Es una lengua hermosa y precisa. ¿Por qué tiene que venir usted a estropearla?”.
Claramente un tema político (o política), según la visión de los “chiques” del Consejo Directivo Central de la UdelaR. ¿O será “Conseja” o “Conseje”, si de incluir hablamos. No olvidar la “X” por las “dudes”.
Un reconocido periodista español, Carlos Herrera, respondió tiempo atrás a una exdiputada y ahora ministra del gobierno de España, Irene Montero de Podemos, que pretendía incorporar la palabra “portavoza”, para definir el género y la RAE volvió a explicar: El sustantivo «portavoz» es común en cuanto al género, lo que significa que coinciden su forma de masculino y de femenino. El género gramatical se evidencia, en esos casos, a través de los determinantes y adjetivos: «el portavoz español» / «la portavoz española». Más claro imposible.
Pero luego Herrera fue más sutil al explicar que el apellido de la ministra es Montero (masculino), hoy debería ser “Montera”: “Ahora resulta que el feminismo consiste en que todas las palabras acaben en “a” y las que acaban en “a” de por sí mismo habrá que reforzarlas. Uno es periodista, ¿pues yo soy “periodisto” entonces? A ver, Irene, ¿esto cómo va? ¿Los hombres tenemos voces y las mujeres tenéis vozas. Claro, es que entonces, Irene Montera habrá que reconocer que tú no eres un cargo público, tú eres una carga pública”.
https://twitter.com/Paugamus/status/1545805315622445068
https://twitter.com/Sublevados_/status/1547604582720712706
Brillante artículo. Si la propuesta de defender el buen uso del idioma partiera del Frente Amplio, los chiques de la Udelar dirían que el lenguaje inclusivo es nefasto y perjudicial para la educación. No tienen vergüenza.
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