Por Raúl Vallarino.-
La vicepresidente Cristina Kirchner es decisivamente dañina y peligrosa para la democracia de su propio país y más vale enfrentar a un salvaje depredador que a esta mujer enceguecida por el poder.
El presidente argentino Alberto Fernández, al que ella misma puso en ese lugar, sabe bien de lo que es capaz “su jefa”, cuando alguien la desobedece e intenta gobernar sin sus indicaciones. El distanciamiento provocado por la forma en que Fernández acordó el pago de la deuda con el FMI, provocó la crisis interna en el gobierno kirchnerista.
Cristina Kirchner sabía bien como se negociaba con el organismo financiero internacional y que no existían soluciones mágicas y era consciente que se debía llegar a un acuerdo, que siempre sería duro, para evitar el default.
Pero quiso separarse de la resolución del equipo de gobierno que ella integra, para aparecer como opositora de un presidente, que todos saben, no mueve un dedo sin que Cristina Kirchner lo avale.
Ahora, con premeditada actitud, Cristina lo dejó negociar solo a Fernández para luego decir que no estaba de acuerdo y convertirse en opositora de su propio gobierno. Todo esto planeado con fines electorales, ante el fracaso estrepitoso de la administración Fernández – Kirchner, que entre ambos han llevado a la Argentina a una inflación pavorosa, al aumento de la indigencia con casi 17 millones de ciudadanos sumidos en la probreza extrema, donde un jubilado no llega a fin de mes con una mísera retribución mensual de 35.000 pesos argentnos (unos 310 dólares).
La inflación en Argentina llegó en marzo de 2022 al 6,7%, las más alta de los últimos 20 años.
#DatoINDEC
Los precios al consumidor (#IPC) subieron 6,7% en marzo de 2022 respecto de febrero y 55,1% interanual. Acumularon un alza de 16,1% en el 1° trimestre https://t.co/EKX6m9uEoj pic.twitter.com/gROwLZIVmv— INDEC Argentina (@INDECArgentina) April 13, 2022
La perversidad de Cristina Kirchner llega a límites insospechados y es conveniente recordar la definición del diccionario: perverso, perversa (adjetivo) 1. [persona] Que obra con mucha maldad y lo hace conscientemente o disfrutando de ello.
Este miércoles, la perversa Cristina, atacó sin mencionar a Alberto Fernández en un discurso al inaugurar las sesiones de la Asamblea Parlamentaria EuroLatinoamericana (Eurolat) donde dijo: “que te pongan una banda y que te den el bastón” no significa tener el poder. Claro, el poder lo ejerce ella.
Luego agregó defenestrando al presidente que ella encumbró: “Hablamos de poder cuando alguien adopta una decisión y esa decisión se puede aplicar y es respetada por el conjunto, eso es el poder. Que te pongan una banda y te den el bastón, un poquito es. Pero créanme, lo digo por experiencia…”, dijo Cristina Kirchner. “Ni te cuento si además no se hacen las cosas que hay que hacer, pero dejémoslo ahí”, señaló con desdén.
Para sus acciones desestabilizadoras, la vicepresidente se ampara en la tenebrosa organización “La Cámpora”, dirigida por su hijo Máximo Kirchner, un personaje nefasto y un negado total para la política, que sólo se dedica a generar confrontaciones.
Este es un caso insólito, donde quienes gobiernan, se dedican a defenestrar al gobierno que integran, ante el fracaso que Cristina Kirchner y Alberto Fernández generaron con sus malas decisiones tomadas en conjunto, pero no quedan dudas sobre quien ejerce el poder en Argentina, aunque la banda presidencial y el bastón de mando lo tenga otro.
