Quienes violaron los derechos humanos deben pagar con cárcel sus atropellos, no cabe ninguna duda, sean de derecha o de izquierda los autores, y la Justicia debe ser garante de que los culpables paguen por sus aberrantes delitos.
La jueza penal de 23º turno, Isaura Tórtora, condenó a 20 años de prisión al ex militar, Coronel (r) Lawrie Rodríguez, por el delito de homicidio muy especialmente agravado en calidad de coautor, por la muerte del militante de izquierda, Iván Morales, ocurrida en 1974. El pedido de procesamiento lo había realizado el fiscal especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe.
El texto expresa que: “El encausado formaba parte de un plan sistemático y coordinado con el objeto de la persecución de los opositores al régimen de facto, lo que ocasionó la muerte de Morales. En ese contexto, quienes interrogaron a la víctima, le aplicaron apremios físicos y ocasionaron su deceso, actuaron a sabiendas de que el encausado en su calidad de juez sumariante guardaría silencio de su accionan”.
Ahora bien, si los crímenes de Lesa Humanidad no prescriben. ¿Entonces por qué otros delitos que entran en ese concepto, se ignoran y los autores pagaron con menos años sus asesinatos?
Si bien en 1985, el gobierno de Sanguinetti amnistió a izquierdistas que violaron los derechos humanos, bien se podía hoy reabrir causas que beneficiaron a quienes cometieron delitos de Lesa Humanidad y que cumplieron pocos años de sus condenas. Y si la Ley no lo permitiera, esos encausados, no deberían percibir ninguna pensión como ex presos políticos, como actualmente perciben.
Hasta antes del golpe de Estado (1973), los tupamaros acosaban al país con robos, homicidios y secuestros y había que enfrentarlos para contener tantos hechos violentos.
No se entiende que se hable de los muertos de un solo lado y se calle premeditadamente sobre los atroces crímenes de los tupamaros que también asesinaron a inocentes con premeditación y alevosía.
Esta “prensa militante” de hoy habla sólo de los muertos de izquierda y de la represión que es cierto imperaba en esos años; eso es también justo decirlo.
Cuando enumeran los muertos de un lado, “olvidan” dar los nombres de las víctimas inocentes que se cargaron los subversivos en años de gobiernos democráticos. Los siguientes son sólo algunos casos de la barbarie tupamara:
Una reparación con visión sesgada
En 2006, durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez, se otorgaron pensiones o jubilaciones a las víctimas del terrorismo de Estado. En 2020, pocos días antes de dejar su último mandato, Vázquez hizo que estas pensiones se trasladaran en un 100% a cónyuges o concubinos, e hijos menores o discapacitados, según explica un artículo del diario El País.
Pero lamentablemente, el expresidente Vázquez, no miró hacía el otro lado, ni él ni los legisladores del Frente Amplio tuvieron en cuenta a las víctimas de la guerrilla tupamara, que asesinó a personas inocentes durante su accionar criminal durante años de gobiernos democráticos, previos a la dictadura militar (27 de junio de 1973 – 1 de marzo de 1985).
¿Es lógico que quienes asesinaron a inocentes hoy reciban una pensión de reparación y las víctimas nada?. Como ejemplo vale citar tan sólo unos pocos casos – entre varios – la ejecución por parte de los tupamaros de Juan Andrés Bentancur, sereno de la fábrica Niboplast, asesinado al dar aviso a la policía de que los terroristas estaban robando en dicha empresa. – 22/06/71.
El homicidio premeditado en plena democracia del peón rural Pascasio Báez ( 21 de diciembre de 1971), quien buscando en un campo un caballo perdido, se encontró de casualidad con un escondite de los tupamaros, que lo detuvieron durante dos meses para luego ejecutarlo con una inyección de pentotal. El ex guerrillero tupamaro Jorge Zabalza, consideró este crimen, “un delito de guerra contra un ciudadano totalmente ajeno a la confrontación que se desarrollaba en el Uruguay”.
Dr. Julio Federico Morato Manara, asesinado por los tupamaros en su domicilio cuando intentaron robarle material quirúrgico. El eminente y reconocido científico se resistió al ataque de los tupamaros y se trabó en lucha con los terroristas quienes le dispararon a quemarropa sin ningún reparo. Murió en el lugar ante su esposa, mientras los asesinos se dieron a la fuga – 04/05/72
Vicente Oroza, chofer de la empresa de transporte público Cutcsa, asesinado por un tupamaro – plenamente identificado – en el Cerro de Montevideo, por negarse a atropellar con el ómnibus a un grupo de las fuerzas conjuntas que realizaba un control callejero, también en años de democracia. En el hecho los tupamaros hirieron a un soldado que subió al vehículo y Oroza intentó protegerlo y para ello les abrió la puerta trasera del autobus a los terroristas para que pudieran escapar, pero el tupamaro, que además era su vecino del barrio, asesinó a Oroza con varios balazos. (28 de junio de 1972).
Pero estos son sólo algunos de los casos de víctimas de la guerrilla y de algún partido político de izquierda, que hasta el día de hoy no tienen reparación. La larga lista de asesinatos comienza en las décadas de los años cincuenta y sesenta. (Ver: http://verdaduruguay.orgfree.com/)
Aunque parezca increíble, algunos de los asesinos de estos inocentes, hoy cobran una pensión por haber sido “presos políticos” y en varios casos sin cumplir la pena estipulada. Crímenes cometidos en democracia.
Entonces ahora, a escasas horas de un referéndum, aparece una sentencia que pudo ser homologada mucho antes. ¿La Justicia tarda, pero llega?.
Quizás sea una coincidencia, pero conviene recordar las directrices oficiales del Foro de São Paulo emanadas de la reunión en Managua en 2017, donde se presentó la resolución que expresa textualmente: “La izquierda debe proponerse la toma de todas las instituciones y no solamente la presidencia o las diputaciones. Es importantísimo la toma del poder judicial, los aparatos militares y los medios de comunicación” y agrega el documento del Foro: “La izquierda debe proponerse tomar todos los espacios posibles de radio, prensa y televisión, aunque sea a nivel de programas pagados para erosionar a los partidos de derecha y propagandizar nuestro proyecto, a nivel local, nacional e internacional, entendiendo que todo ciudadano, independientemente de sus posiciones políticas, es objeto y sujeto de nuestra atención y para los cuáles siempre tiene que haber un discurso, de lo contrario seguiremos perdiendo el tiempo dirigiéndonos solamente a los sectores convencidos y desde una posición más sectaria que educativa”.
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