Si la historia bíblica de David y Goliat, se desarrollara en estos tiempos, donde la comunicación es inmediata, el mundo se volcaría en forma decidida en apoyo del más débil que enfrenta a un poderoso que pretende avasallarlo.
Nadie atiende las razones que pueda tener o no Vladimir Putin para invadir Ucrania; eso pasa a segundo plano, porque las imágenes desgarradoras de los ataques rusos sobre la población civil, donde mueren inocentes, son elocuentes y no admiten otra interpretación más que de la condena enérgica.
Las “fake news” del Kremlin, asegurando que no atacan a civiles, son rebatidas por los testimonios gráficos y los relatos de primera mano de periodistas internacionales serios, que documentan desde Ucrania una realidad indiscutible.
La amplia presencia de corresponsales de la prensa extranjera en la cubertura de la invasión a Ucrania y otros aspectos, han frustrado los esfuerzos de los propagandistas rusos para controlar la narrativa de la guerra, afirman expertos.
Después de todo, Putin sabe de que no pasará a la historia como un humanista y menos como un estadista. Del escarnio público no se vuelve y el mandatario ruso es consciente que los libros de historia, no serán benevolentes con él.
Entonces, un pésimo manejo de la inteligencia estratégica de Putin, le propina un devastador golpe que- desde Moscú- no fue anticipado, o si lo valoraron, no esperaron que la contundencia del mismo hiciera tal estrago en el desarrollo de la guerra.
Y volviendo a la referencia bíblica, el mundo vio al presidente de Ucrania, Zelenski, como el joven David, enfrentando con su honda al gigante Goliat, encarnado en Putin, por si alguien no entendió la similitud. El ruso puede salir airoso en la parte bélica, pero nunca conseguirá ser admirado en el mundo como el líder ucraniano.
Y las idas y venidas del canciller ruso Lavrov, dando a entender un día que todo podría derivar en una confrontación nuclear y aclarando luego de que no quiso decir eso -que en realidad si lo dijo- y señalando que era una “fake news” de occidente. El vocero presidencial Peskov, insistiendo una y otra vez que Rusia no ataca a la población civil, cuando ya no se puede ocultar ante nadie, que eso ocurre. Todo esto ha dinamitado la credibilidad del Kremlin, incluso aseguraron que el líder ucraniano había huido a Polonia, cuando en realidad seguía al frente de los combates en su país.

Entonces, el mundo fue viendo nacer a un héroe que vistiendo ropa de fajina, como todos sus colaboradores, salía en los comunicados y explicaba, mientras Putin atacaba y destruía población tras población y los inocentes caían bajo los misiles.
Y los parlamentos del mundo aplauden de pie a Zelenski y al líder ruso lo califican de “criminal de guerra”, tal como aseveró Biden este miércoles.
Hoy todos quieren la foto con el presidente ucraniano, que el propio Putin convirtió en héroe, muy a su pesar. A Kiev fueron los primeros ministros de Polonia, República Checa y Eslovenia mientras el presidente francés, Macron, adopta el look del ucraniano, sudadera y vaqueros y barba crecida.

Todos quieren ser Zelenski, pero nadie quiere estar en su lugar.
*Los columnistas y colaboradores escriben a título personal y las opiniones vertidas en este medio, no reflejan necesariamente la línea editorial del periódico