Renacer en el pasado

Entrevista de Vicky Rego, escritora, a Luciana Martí, diseñadora de indumentaria y vestuario

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Luciana Martí y sus bonetes

Garzón (Maldonado, Uruguay)
Vicky Rego / Luciana Martí.-

El día de Navidad, un amigo me regaló un booknook. Para los que no saben, es un recoveco que se ubica en las bibliotecas, entre los libros, como pequeñas puertas o espacios imaginarios.

Lo puse en un estante al lado de las novelas del siglo XIX. De vez en cuando, me meto por ahí y entrevisto a algunos de mis personajes favoritos.

En Uruguay no lo necesito porque es muy fácil viajar en el tiempo.

Cuando el 20 de febrero pasado llegué al fantasmagórico pueblo Garzón, se celebraba, con el nombre de «Ellas» la creatividad femenina en distintas ramas del arte, organizada por la Fundación Campo.

Apenas entré, me topé con un stand que me pareció estar atendido por Mme Bovary. En cambio, reconocí enseguida a la diseñadora Luciana Martí, que tenía puesto un bonete igual al de Emma en la tapa de mi libro. Sobre una mesa había más gorros, todos de época, la mayoría en algodón estampado luciendo sobre cabezas esculpidas. Además, en el mismo género, bombachas, corpiños y trajes de baño enteros. Como antiguos, pero no. Ya no me interesó nada más.

Luciana Martí en Ellas, en pueblo Garzón

Hola, ¿Emma?

[Riéndose] ¿Bovary? No, soy Luciana, bueno hoy Chula, Chulasunwear. Nos conocemos, ¿no? ¿Vicky Rego?

Claro que sí, te vi y creí que me había metido de nuevo en mi biblioteca. Me encanta encontrarte acá. Quiero que me cuentes ya cómo se te ocurrió esta mezcla de siglo XIX con diseños sobre cuerpos impensablemente desnudos para esa época. Ni George Sand se habría animado a ir así a la playa…

Siempre me inspiró, me sentí representada por el mundo pasado, la morfología de las molderías y estilos del siglo XIX. Desde un cuello a una manga, una puntilla…

Lo que me parece muy loco es imaginarme a las mujeres del pasado vestidas con estas bombachas naïves, casi de niñas, y en la cabeza esos bonetes, que sí usaban.

Desde que viví en Los Ángeles, al lado del mar, me surgió la necesidad de hacer ropa más elegante, más con mi estilo, para la playa.

¿Y cómo lo reciben las mujeres del siglo XXI?

La mirada inconsciente de la mujer actual sobre los bonetes es un volver a la niñez. Aunque no empatices con esa estética, algo así te remite a eso. O la familia Ingalls, o Sarah Kay, o vestir muñecas de papel. Hay todo un mundo que te invita a un portal de niña. Veo que las mujeres de más edad a lo mejor no se animan porque lo ven como que son viejas para eso. Es algo que tenés que seguir sosteniendo para ponértelo. En el imaginativo colectivo la modelo implícita sería una niña.

Volver a la niñez

Me encantan ¿Hace mucho que los estás haciendo? Nunca los había visto.

Lo que pasa es que lo que yo hice al comienzo con Chula, era en lycra, más de los 80. Eso también me representa. Hay gente que no lo matchea con una estética del pasado. Creo que, en mí, lo de los 80 tiene que ver también con la música, con todo lo que consumo visual y auditivamente de esa época.

El pasado en bonetes y trajes de baño

¿De Los Ángeles a Uruguay?

No, a Buenos Aires. La pandemia me trajo a Uruguay, a donde vengo hace mucho. Pero, de repente, hace un año que vivo acá. De toda la introspección del encierro me reencontré, desde la inspiración, con mi mundo vestuario. Algo me pasó con eso. Empecé a indagar de nuevo cómo poner mi estilo en la playa o en un lugar de la playa. Y surgieron los bonetes.

Yo te recuerdo en una foto de la revista Bazar, creo que habías ganado un premio… y me encantó la foto en la que estás con una pila de sombreros sobre tu cabeza. ¿Me equivoco?

¡Es cierto! Pasa que el tema de los accesorios de la cabeza es algo con lo que me identifico. Siempre me gustaron los sombreros.

A veces los lugares o las situaciones generan un clima que despierta algo que estaba dormido…

Claro, lo que siento es que algo pasó acá con el RENACER, después de la pandemia. Todos los que estábamos en José Ignacio habíamos vivido el encierro y vinimos buscando libertad. El reencuentro con la gente viene con una vulnerabilidad que genera un vínculo, un conectarse, sin caretas. Mucho más cercano a los sentimientos. Todo se vuelve más verdadero. Crear desde ese lugar, desde ese renacimiento, para mí fue una fidelidad a mi esencia [se emociona]. Renacer postpandemia fue volver a mis orígenes. Desde hacer ropita hasta qué ropita elegir para hacer.

Esta ropita atrae como una invitación a renacer, Chula. Siempre pienso que el vestuario es arte y con estas creaciones estás expresando todo lo que me acabás de decir. Un lujo haberte encontrado acá.

Me siento feliz en este espacio.

Empecé a probarme bonetes. Elegí uno verde oscuro, liso, antes de que otras clientas, atacadas por un súbito bovarismo, me lo sacaran. Me lo puse, me despedí de Lu/Chula porque estaba muy ocupada y fui a escuchar un debate de mujeres en torno a una mesa.

No me podía concentrar pensando en lo loca que se habría vuelto Emma con estas prendas, prometiendo pagarlas más tarde y abultando las deudas del pobre Charles.

La próxima vez, cuando entre por el booknook en mi biblioteca, corro a contarle y a mostrarle fotos.