Cae la noche en un barrio de Montevideo y desde algún lugar comienza a sonar el repique incesante de una cuerda de tamboriles con un grupo de personas concentradas dándole duro a la lonja. Puede ser divertido para los que tocan, pero no para todos los que se ven obligados a escuchar.
En medio de la pandemia que azota al mundo, la capital de Uruguay no es la excepción y los cuidados deben extremarse, pero esto no parece hacer reflexionar a muchos, como es el caso de estas comparsas de tamboriles que salen en muchos casos sin los debidos resguardos del uso del tapabocas y tampoco sin observar el distanciamiento social.
Y estas concentraciones de personas haciendo “música” con sus tamboriles parece incrementarse y como dijimos, a algunos puede gustarle, pero para otros termina siendo una tortura para sus oídos.
No todo el año es carnaval y el derecho de los demás debe ser respetado pero obligar a otros a soportar el tronar destemplado de los tamboriles se tiene que tener en cuenta.
Me gusta ver el desfile de las comparsas lubolas en la época que corresponde, pero que te obliguen a escucharlos todo el año pasa a ser un avasallamiento.
Esto ocurre en muchos barrios de Montevideo y como ejemplo pondré el de una comparsa de tamboriles que en la zona de Malvín Norte, precisamente en los alrededores del complejo habitacional Euskalerría 70, sale a tocar los viernes durante dos horas: de las 20 a las 22 y como si fuera poco, este miércoles 11 de noviembre se agregó al calendario de “conciertos estridentes” de la semana.
Es tan intenso el repique de los tambores que según algunos vecinos “parece que los tenemos tocando dentro de la casa”. Y esto ocurre en varios barrios montevideanos.
Conflictos
Días atrás una comparsa de tamboriles logró concentrar más de 200 personas en un “toque” en la plaza Liber Seregni en el centro de Montevideo y todo terminó en un escándalo. La mayoría estaba sin tapabocas y sin observar el distanciamiento social.
Los vecinos llamaron al 911 y llegó la policía que intentó dialogar con los allí presentes, les pidieron que disolvieran la concentración porque estaban violando las normativas sanitarias para enfrentar la pandemia. Como respuesta recibieron insultos y pedradas y botellas lanzadas desde el grupo de exaltados para a agredir a los uniformados. El parte oficial registra que solo hubo heridos entre los policías (tres de ellos) y ninguno de los exaltados.
Desde la Fiscalía se anunció este miércoles 11 de noviembre que no hay denuncias de abuso policial por parte de los manifestantes.
Pero al día siguiente los músicos y sus seguidores volvieron a la plaza Seregni, como acto de “desagravio” y lo mas grave es que amenazaron a los periodistas para que se retiraran del lugar.
Para muchos estos “toques” en distintos barrios, persiguen un fin de desestabilización donde no les importa que puedan generarse contagios entre la población.
Hay una frase que se hizo popular en las redes sociales que podría parecer jocosa, pero no lo es: “Si el gobierno lanza una campaña para combatir el dengue, desde la oposición salen a defender al mosquito”.
Lo del título; todo el año no es carnaval…
(Corresponsalía en Uruguay)