Venezuela es el país más pobre de América Latina: en lo nutricional se asemeja a países de África
Según la más reciente Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, la pobreza de ingresos afecta a 96% de los hogares y la multidimensional a 64,8%. Este último indicador se incrementó 13,8% entre 2018 y 2019. Además, la población venezolana se redujo en 4 millones. El informe completo está disponible en el portal www.proyectoencovi.com
Emigrantes venezolanos en Brasil - Foto: Antônio Cruz/Agência Brasil
El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) presentó la más reciente actualización de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), levantada entre noviembre de 2019 y marzo de 2020, con una cobertura ampliada de la muestra a 16.920 hogares a nivel nacional. No obstante, la consulta sobre 13 temas solo pudo completarse en 9.932 casos, porque el campo debió suspenderse a mediados de marzo a causa de la cuarentena.
Los datos de la encuesta 2019-2020 indican que Venezuela ha adquirido condiciones más propias de países de Centroamérica, el Caribe y África en materia de pobreza y desnutrición. Venezuela se ubica como el país más pobre y el segundo más desigual de América Latina (coeficiente Gini 51,0) detrás de Brasil; pero cuando se juntan las variables inestabilidad política, PIB y pobreza extrema, Venezuela aparece en el segundo lugar de una lista de 12 países –que encabeza Nigeria y termina con Irán– seguida de Chad, Congo y Zimbabue.
“Para cerrar la brecha de la pobreza extrema harían falta 5 mil millones de dólares al año para financiar un programa focalizado de transferencias, a razón de 2 dólares diarios para 6,5 millones de hogares venezolanos”, afirmó el director del Proyecto Pobreza de la UCAB, sociólogo Luis Pedro España.
Este martes7 de julio, en una presentación telemática, España y la directora del IIES-UCAB, la doctora Anitza Freitez, ofrecieron abundantes detalles de los resultados de ENCOVI, que este año incorporó también estudios relativos a los efectos de la emigración internacional de venezolanos y el impacto de las medidas derivadas de la pandemia COVID-19 sobre el ingreso y el empleo. En esta edición se sustituyeron los cuestionarios en papel y se empleó un sistema informático utilizado por los organismos multilaterales para levantamiento y análisis de data.
El rector de la UCAB, reverendo padre Francisco José Virtuoso, s.j., en la presentación del evento –que fue seguida por representantes del cuerpo diplomático– resaltó el esfuerzo que representa la ejecución de esta encuesta y alertó sobre la gravedad de los indicadores.
“Lamentablemente, no somos portadores de buenas noticias, la situación clama al cielo y exige cambios”. El rector indicó que los datos revelan “la destrucción acumulada en la calidad de vida de los últimos cinco años”. Virtuoso llamó a las universidades, academias, sociedad civil y toda la ciudadanía a “convertir este drama en exigencia de cambio con propuestas serias y realistas; no podemos conformarnos con sobrevivir, con ver partir a nuestros jóvenes”.
Este estudio se viene haciendo sistemáticamente desde 2014. Los expositores agradecieron especialmente a los 130 encuestadores que trabajaron en campo y debieron sortear muchísimas dificultades.
Nutrición y pobreza: africanización del país
Luis Pedro España fue enfático al aseverar que “nunca había existido en Venezuela este nivel de pobreza”. De acuerdo con el informe, 96% de los hogares encuestados presenta pobreza de ingreso, 54% califica en el renglón de pobreza reciente y 41% en pobreza crónica. La pobreza multidimensional (relacionada con indicadores como educación, estándar de vida, empleo, servicios públicos y vivienda) afecta a 64,8% de los hogares y creció 13,8% entre 2018 y 2019.
“Es evidente que el gran responsable del escandaloso aumento de la pobreza ha tenido que ver con la destrucción de la economía venezolana y la única posibilidad de empezar a remontar la curva es con crecimiento económico y generación de empleo, que incorpore a las mujeres, que es uno de los antídotos de la pobreza. Tenemos problemas en la educación, tenemos retos alimentarios importantes y una población vulnerable que no estamos atendiendo porque solo reciben bonos y cajas CLAP”.
Según la ENCOVI 2019-2020, apenas 3% de los hogares venezolanos no tiene ningún tipo de inseguridad alimentaria, mientras que 74% presenta inseguridad alimentaria moderada y severa. En 1 de cada 4 hogares “concurren la angustia por la falta de alimentos con la disminución de los recursos para cubrir la cantidad y la calidad de la dieta”. Esto, producto de una inflación anualizada de 3.356% a marzo y un ingreso promedio diario de 0,72 dólares. La caída del PIB entre 2013 y 2019 se calcula en 70%.
“Los niveles nutricionales de los niños menores de 5 años se comparan con los de los países más pobres del mundo”, dijo Luis Pedro España. Un 30% (639 mil) de los infantes menores de 5 años presenta desnutrición crónica (por talla o estatura) y 8% (166 mil) presenta desnutrición global por indicador peso/edad.
En el caso de la desnutrición crónica, el profesor España dijo que los datos “no se comparan con el continente, ni siquiera con Haití. Nos parecemos más bien a África, a Nigeria o Camerún, ojalá no lleguemos al caso de Zambia”. Sobre este mismo tema, 28% de los niños menores de 5 años está en riesgo de desnutrición crónica y 21% en riesgo de desnutrición global. “Venezuela es el país de Suramérica que tiene la desnutrición global peso/edad más alto. Estamos cerca de Haití y de Guatemala, que es el país con peores indicadores de la región”, agregó el investigador.
Producto de las restricciones a la movilidad impuestas desde mediados de marzo por el Decreto de Estado de Alarma ante la COVID-19 y la falta de gasolina, la pérdida de empleo aumentó en 6.9 puntos porcentuales a nivel nacional. Asimismo, hasta 43% de los hogares reportó imposibilidad de trabajar o pérdida de ingresos. En el caso de los hogares más pobres, estos efectos alcanzaron al 52,6%. Un 70% de los hogares señaló a la cuarentena como causa del encarecimiento de los alimentos.
Empleo y dependencia del Estado
El nivel de participación económica de Venezuela es de 56%, el más bajo de América Latina en todas las edades (15 a 60). Del 44% de la población inactiva, la mitad alega que atiende responsabilidades en el hogar. Entre 2014 y 2019, el porcentaje de trabajadores por cuenta propia subió de 31% a 45%, mientras el de asalariados se redujo de 62% a 46% Ha sido en servicios y comercio donde la población ha encontrado alguna forma de emplearse. Más de 80% trabaja en esta área.
Los pobres dependen cada vez más de los bonos transferencias no laborales (pensiones, remesas, transferencias públicas y transferencias privadas) y los pagos hechos por programas del Estado representan 25,3% del ingreso familiar total. Según la ENCOVI, a partir de 2018 se duplicó el peso de ese tipo de aportes respecto del total del ingreso, que oscilan entre 1 y 5 dólares. Sin embargo, el estudio determina que las transferencias estatales solo han reducido en 1,5% la pobreza extrema.
En el caso del subsidio de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción a través de las bolsas/cajas CLAP, la encuesta revela que 5% de los que se encuentran en pobreza extrema no reciben los alimentos, mientras que 22% de los no pobres o no pobres extremos sí las recibe. En 2019 la cobertura de quienes reciben las cajas CLAP subió al 92% (88% en 2018). El subsidio implícito entre el valor real y lo que los beneficiarios pagan es de 10,3 dólares, precisa el estudio. Sin embargo, las cajas CLAP no tienen periodicidad definida, según indicó 46% de los hogares encuestados.
Sobre las remesas, ENCOVI detectó un registro bajo de este renglón (10% del total de hogares las recibe), que quizás el encuestado identificó como “transferencias privadas”, indica el análisis de datos. 1 de cada 5 hogares tiene al menos un miembro emigrado, de ese grupo 30% obtiene estos ingresos de sus familiares. La percepción de remesas se concentra en hogares jefaturados por mujeres y en situación de pobreza (66%).