El régimen chavista de Venezuela presentó un nuevo esquema de flexibilización, de cara a otra semana de cuarentena, después de haber sido extendida un mes más, y cuando el país ya reporta 9.178 casos de COVID-19, de los cuales 375 fueron detectados en las últimas 24 horas. Cifras dudosas porque el chavismo trataría de ocultar que los contagios son mayores a los denunciados según analistas.
En junio pasado, el régimen anunció la incorporación de dos nuevos medicamentos cubanos al arsenal terapéutico para tratar la enfermedad infecciosa.
Uno de los fármacos es Jusvinza, que arrojó una efectividad de 78% y 92% en los pacientes tratados y permite regular la respuesta inflamatoria, al tiempo que reduce el riesgo de mortalidad, según Cuba.
El segundo medicamento es un interferón intranasal, de carácter preventivo, que impide que los virus se repliquen al activar la producción de moléculas que inhiben la replicación viral, además de activar la acción de otras células inmunes que actúan en la eliminación de células infectadas.
Ninguno de los dos fármacos tienen un aval científico externo. es lo mismo que cuando los cubanos anunciaron un medicamento “milagroso” contra el virus, el “Interferón”, que no era lo eficaz que se había anunciado y pronto quedó desestimado.
Igualmente, informaron de la muerte de dos hombres, uno de ellos personal médico, llevando la cifra de fallecidos por el virus en el país a 85.
Este mismo sábado pero más temprano, durante un acto militar, el ministro de defensa, Vladimir Padrino López, aseguró que hay “más de 160 efectivos” de la Fuerza Armada del país con coronavirus.
Esta semana, dos funcionarios importantes del chavismo, el presidente de la oficialista Asamblea Nacional Constituyente Diosdado Cabello y el ministro de Petróleo Tareck El Aissami, anunciaron que tienen coronavirus.
La oposición venezolana ha puesto en duda las cifras oficiales, específicamente la de los fallecidos asegurando que es mayor.
