Pablo Iglesias el vicepresidente segundo del gobierno español, es un personaje que -debo reconocerlo- jamás me cayó bien. Nunca los totalitarios fueron de mi agrado y menos los advenedizos que jamás entienden las razones del otro; solo prevalecen sus ideas y eso lo convierte en un ser abyecto y lo que es peor, anti democrático.
Recuerdo que Iglesias hablaba sobre otros políticos españoles con frases escritas en las redes sociales como: “¿Entregarías la política económica del país a quien se gasta 600.000€ en un ático de lujo?”.
Pero Iglesias y su mujer compraban por algo más de ese valor una lujosa finca con piscina:
En una declaración pública, el propio Iglesias reconocía en un insólito comunicado sobre la hipoteca que habrían sacado para pagar la lujosa mansión: ‘Sabemos que muchas familias españolas, incluso con dos sueldos, no pueden permitirse una hipoteca así’.
Ya era de la “la casta” y no lo podía negar.
Amigo de dictadores como Chávez y Maduro y del régimen de Irán, logró llegar al poder de la forma más impensada; la enorme debilidad de Pedro Sánchez, uno de los presidentes socialistas que justamente no pasará a la historia por su actuación al frente de La Moncloa, sino que junto a Rodríguez Zapatero, que al marcharse al forma anticipada dejó a España con cinco millones de parados.
Iglesias y Sánchez dejarán otra triste realidad con el mal manejo de la pandemia y eso si quedará en la historia.













