Durante el día, todo el esplendor de la famosa Plaza Mayor, ubicada a escasos metros de la no menos reconocida Puerta del Sol de la capital madrileña, recorrida por cientos de turistas en una ola de un calor que a pesar del otoño se niega a irse, pero durante la noche el panorama cambia, no en seguridad, pero si en las personas que montan sus precarios “dormitorios”, conformados por cartones prolijamente armados para pasar la noche.
En alguna hora determinada en la madrugada, llegan al lugar colectivos de ayuda para brindarles comida a quienes allí pernoctan y darles, a su vez, un apoyo que tanto necesitan.
Entre quienes pasan la noche en ese lugar, hay mil historias para contar; los que perdieron el trabajo, quienes se alejaron de su familia por distintas causas y quienes están solos, sin tener un techo donde cobijarse, entre otras causas.
Puntualmente, con las primeras luces del nuevo día, los ocupantes de los “dormitorios de cartón”, levantan sus cosas y se marchan. Nada queda sucio o tirado en el lugar y nadie notaria que allí pasaron la noche personas que no tienen donde vivir.
A plena luz comienzan a aparecer los turistas y los transeúntes, la mayoría empleados de empresas de la zona y los camareros de los restoranes que circundan la Plaza Mayor.
Nadie piensa en la situación que se vive allí al caer el sol y la historia de los desamparados se repite una y otra vez; volver a montar el “dormitorio” por una noche, solo una noche.
