Pocas veces el sistema político asume el riesgo de intercambiar en público y en campo neutral. Parece que hay pánico escénico en la dirigencia del gobierno uruguayo. Tienen miedo. Cuando el encuentro se produce, la verdad sale a la luz y eso no le conviene a su universo paralelo.
El senador Jorge Larrañaga estuvo en el Foro de Seguridad organizado por la Asociación de Dirigentes de Marketing. También participaron el presidente de la Suprema Corte, Jorge Chediak, el fiscal de Corte, Jorge Díaz y el ministro del Interior, Eduardo Bonomi.
Parecía un encuentro imposible, pero la habilidad negociadora y visión patriótica de la gente de ADM logró convencer a todas las partes.
Tanto Chediak como Díaz vienen de una serie de debates por el nuevo Código del Proceso Penal. Parecían ser las partes más accesibles. Faltaba convencer al ministro Bonomi, máximo responsable de la seguridad del país y directo responsable del caos en que los uruguayos estamos viviendo. Tuvo que aflojar.
Larrañaga planteó sus verdades y Bonomi trató de explicar lo inexplicable. En determinado momento, el senador exigió al ministro poder contar con las cifras oficiales sobre criminalidad, una herramienta básica para interpretar la realidad. Otra vez Bonomi se defendió como pudo pero no logró decir nada.
Días después aparecieron las dichosas cifras. La triste tarea de contar muertos ofrecía su peor cara. Nunca hubo tanta violencia en Uruguay. Nunca tantos homicidios, rapiñas y hurtos. Toda la estantería dialéctica de 13 años de mal gobierno terminó en el fango.
Por eso le tienen miedo a Larrañaga. Lo saben un hombre honesto y recto, todo un ejemplo que ellos no pueden mostrar. Saben que les gana.
En su punto justo de madurez, capaz de soltar amarras para tomar el timón de un barco a la deriva y llevarlo a buen puerto.
Se ha convertido en un líder capaz de cosechar el afecto y la voluntad desde un mensaje de paz y forjador de soluciones para las grandes mayorías.
Sus planes en apoyo al trabajo genuino de los uruguayos, ofrecen una visión de estadista con la impronta necesaria para diseñar un país próspero y muy superior a la patria criminal en la que nos han transformado.
Ellos lo saben y por eso le temen.
Ignacio Arretxe