Francia derrotó a Uruguay con justicia por 2 a 0 con goles de Varane y Antoine Griezmann, pero lo destacable es la gran entrega de los uruguayos que batallaron dando todo en el terreno de juego, pero no alcanzó para revertir el resultado.
Párrafo aparte merece la actuación del francés Kylian Mbappé, un jugador dotado de una gran habilidad, pero de escasa inteligencia. Poseedor de un fútbol de calidad, demostró que esa virtud no es suficiente para desarrollar su trabajo en el campo de juego. Iban ganando y no era necesario apelar a la suciedad de provocar a los rivales en forma obsesiva.
El colmo fue al fingir una infracción de Christian Rodríguez y quedarse tirado largo tiempo en el suelo, provocando la inmediata reacción de Godín y de los jugadores de Uruguay, que le recriminaron por su actitud desleal para que el tiempo corriera.
Pitana, el árbitro argentino solucionó el tema mostrándole la amarrilla a Mbappe y al “Cebolla” Rodríguez.
El enfado del francés se debió a la férrea marcación de los uruguayos que no le permitieron desarrollar su velocidad.
El entrenador de Francia, con criterio, cuando ya iban ganando 2 a 0 decidió sustituir a Mbappe, presumiendo – con lógica razón- que al finalizar el partido, los uruguayos irían en masa a cargar contra el 10 del equipo galo.
Si les llegara a tocar jugar contra Brasil, Mbappe será pieza fundamental, pero mientras siga apelando al juego sucio corto será su camino. No necesita esos subterfugios.
La inteligencia no se compra y Mbappe no la tiene, solo eso le falta para ser uno de los mejores.
