El Papa Francisco comenzó su homilía de la celebración de la Vigilia Pascual, en una Basílica de San Pedro envuelta por un ambiente de reflexión, en este Sábado Santo en el cual los cristianos profundizan sobre la Pasión y Muerte del Señor, y esperan en oración velante su Resurrección.
En alusión a las horas posteriores a la muerte de Jesús, donde el dolor y el miedo paralizaron a los discípulos, “que callaron frente a la injusticia, las calumnias y el falso testimonio que condenó al Maestro”, el Santo Padre planteó un interrogante fundamental, invitando a los cristianos de hoy a preguntarse:
“¿Qué decir ante tal situación?”, puesto que al igual que miles de años atrás los discípulos experimentaron de forma dramática su incapacidad de «jugársela» y de hablar en favor de Jesús, escondiéndose, escapando, callando… (cfr. Jn 18,25-27); también en la actualidad de nuestros tiempos, “el discípulo de hoy permanece enmudecido ante una realidad que se le impone haciéndole sentir, y lo que es peor, creer; que nada puede hacerse para revertir tantas injusticias que viven en su carne nuestros hermanos, un discípulo que vive atolondrado por estar inmerso en una rutina aplastante que le roba la memoria, silencia la esperanza y lo habitúa al siempre se hizo así».
“Ha resucitado”
Asimismo, el Pontífice explicó que a pesar de nuestros silencios tan contundentes, la piedra del sepulcro gritó y en su grito anunció para todos un nuevo camino.
“Fue la creación la primera en hacerse eco del triunfo de la Vida sobre todas las formas que intentaron callar y enmudecer la alegría del evangelio.
Fue la piedra del sepulcro la primera en saltar y a su manera entonar un canto de alabanza y admiración, de alegría y de esperanza al que todos somos invitados a tomar parte; y así dejar espacio para el mayor anuncio que jamás la historia haya podido contener en su seno: «No está aquí ha resucitado» (Mt 28,6).
“Este es el fundamento y la fuerza que tenemos los cristianos para poner nuestra vida y energía, nuestra inteligencia, afectos y voluntad en buscar, y especialmente en generar, caminos de dignidad: ¡No está aquí…ha resucitado!”, añadió el Sucesor de Pedro destacando el valor de este anuncio “que sostiene nuestra esperanza y la transforma en gestos concretos de caridad”.













