El expresidente Lula da Silva acumula siete causas de corrupción en los juzgados, incluido este del soborno que le dio la empresa OAS con un triplex en la playa de Guarajá, un delito comprobado por el propio presidente de OAS que confesó ante el juez Moro, que fue a cambio de adjudicaciones públicas.
El expresidente de la constructora brasileña OAS, Leo Pinheiro- amigo de Lula- declaró ante la Justicia que el exmandatario le solicitó que destruyera cualquier prueba o documento que comprobara las donaciones hechas a la contabilidad paralela de las campañas del entonces partido oficialista. Más claro imposible.
Entre otras de las causas, el empresario brasileño Marcelo Odebrecht, expresidente de la constructora Odebrecht, que ha sobornado a varios gobiernos, confesó ante la Justicia que había pagado 13 millones de reales (unos 4,15 millones de dólares) en efectivo a Luiz Inácio Lula da Silva entre 2012 y 2013.
Marcelo Odebrecht, en la cárcel desde junio de 2015, reveló en sus declaraciones al juez federal Sérgio Moro, que investiga también el caso de corrupción en Petrobras, que Lula, en realidad es el beneficiario de los pagos descubiertos en las libretas de contabilidad de la empresa bajo el alias de “amigo”.
Pero lo que es insostenible es que los defensores de Lula a nivel regional e internacional no reconozcan que la Justicia brasileña no está bancada por la derecha como pretenden hacer creer. Los jueces que no le otorgaron el hábeas corpus que pidió el ex mandatario, la mayoría fueron colocados en sus cargos en el Tribunal Supremo por el mismo Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores (PT), cuando gobernaban. Los cinco que votaron a favor de concederle el hábeas corpus fueron nombrados posteriormente y no tenían ninguna relación con el PT.
Pero además a Temer lo eligió el PT para que fuera el vicepresidente de Dilma Rousseff. Es un problema entre ellos y no de la “derecha” como pregonan.
Hoy Lula, vive sus minutos de alta exposición presentándose como víctima y utilizando la vieja receta de mostrarse como un perseguido político sin serlo. La misma fórmula que utilizan otros acusados de corrupción para zafar de sus actos de enriquecimiento ilícito comprobado. Allí están los casos y los procesamientos de Cristina Kirchner, Jorge Glas (expresidente de Ecuador), Ollanta Humala de Perú, al que se suma el próximo procesamiento del exvicepresidente de Uruguay, Raúl Sendic.
Hay otros que en forma ilegal se mantienen en el poder a cualquier costo, porque saben que el día que caigan, sus ilícitos los llevarán a la cárcel. Los nombres ya se conocen, Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, entre otros.
Pero volviendo a Brasil, la izquierda le dice al ciudadano que Lula es inocente y hay gente que les cree, porque les hacen pensar en un cambio aunque sea a través de alguien que se corrompió.
No importa si se enriqueció a través de sobornos y recibió dinero ilegal, eso se perdona y la mentira repetida mil veces se transforma en verdad: ‘Lula es inocente’, porque lo asegura la izquierda. El adoctrinamiento estalinista y el lavado de cerebro, prevalecen más allá del tiempo.
La tipica mentalidad totalitaria. Lo que dictamina la Justicia no vale, aunque el acusado de izquierdas se haya robado todo.
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