Uruguay recibirá a refugiados de El Salvador, que huyen de la violencia en su país

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Algunas familias de refugiados sirios en Uruguay (Foto, ICN Diario)
Luego de la experiencia con los refugiados sirios y la llegada de seis exreclusos de Guantánamo, el gobierno de Uruguay se prepara para recibir a varias familias de El Salvador que huyen de la violencia en su país.
Según datos revelados por el diario uruguayo El País, en El Salvador son asesinadas 19 personas por día, dos de ellas por razones de género, el resto por las maras, las drogas y los paramilitares entre otras causas y agrega que en los últimos años hubo poblados rurales enteros que fueron arrasados por la violencia y algunos de sus sobrevivientes, unos 50 salvadoreños, buscarán su cobijo en Uruguay.
Según el informe del periódico de Uruguay, la Cancillería se hará cargo del pago del alquiler por dos años (a un costo de $ 1.500 mensuales) y los beneficiarios deberán demostrar sus conocimientos de las labores de campo. En promedio, señaló la fuente, “serán familias compuestas por dos adultos con posibilidades de trabajar y unos tres niños”, esperando que el Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir) confirme la cantidad de casas disponibles.
Uruguay no aceptaría los casos de niños sin destino ni de los más de 52.560 salvadoreños, de todas las edades, que fueron deportados el año pasado. Entre aquellos expulsados de Estados Unidos durante 2016, hubo dos exmilitares que ocuparon el cargo de ministro de Defensa durante el conflicto armado y a quienes se los acusa de cometer violaciones de derechos humanos en la década de 1980.
Según César Ríos, director ejecutivo del Instituto Salvadoreño del Migrante, “por día recibimos unas 130 personas deportadas desde Estados Unidos”.
Según los datos, entre Estados Unidos y México expulsaron en 2016 a 52.560 salvadoreños.
Entre los peligros para la población aparecen las temibles maras donde figura, entre otras, la Pandilla delictiva MS-13 (Mara Salvatrucha) que tiene unos 70.000 miembros en América Latina.
La peligrosa Mara Salvatrucha (MS-13) y su intento de asentarse en España
En marzo de 2014 la Guardia Civil, en el marco de la operación “CRUASÁN”, detuvo a 35 personas integrantes de la organización criminal de origen centroamericano, denominada MARA SALVATRUCHA (MS-13). Se trata de la primera operación que se realiza en España contra las maras.
Los detenidos tienen edades comprendidas entre los 17 y los 25 años y son de nacionalidades salvadoreña, rumana, ecuatoriana, española, boliviana hondureña, pakistaní, búlgara y marroquí.
Se han practicado 28 registros en las provincias de Alicante, Madrid, Barcelona, Girona y Tarragona, en los que se han intervenido numerosas armas blancas, armas de fuego simuladas, diversas cantidades de droga, así como diversa documentación y material informático pendiente de analizar.
La MS13 es una peligrosa y violenta organización criminal ampliamente asentada en numerosos países americanos en los que genera graves problemas de seguridad ciudadana y desestabilización (especialmente en Centroamérica), y que está tratando de asentarse en España.
Las investigaciones comenzaron a finales de 2012 cuando se produjo un apuñalamiento a un ciudadano de origen sudamericano en el puerto de Alicante. En ese momento se produjeron algunas detenciones que han culminado con la detención durante el día de ayer de los 35 principales integrantes de la Mara. Estos habrían cometido un sinfín de hechos delictivos, destacando, entre otros, los de Organización Criminal, Delito contra la Contra la Salud Pública, Robo con Violencia e Intimidación, Delito de Lesiones, etc.
En la operación han participado unos 300 agentes de la Guardia Civil de diferentes especialidades como Servicio de Información, Agrupación de Reserva y Seguridad, Servicio Cinológico, Seguridad Ciudadana, etc.
La mara cuenta con una estructura piramidal perfectamente jerarquizada, en la que cada uno de sus miembros tiene unos cometidos concretos, con un máximo responsable jerárquico en cada Clica o célula provincial. Estas Clicas dependen de una dirección nacional, comunicándose entre ellas a través de interlocutores. Los miembros de cada Clica viven en un mismo barrio y se estructuran jerárquicamente.