Leyendo un absurdo y surrealista artículo de un tal Borja Hermoso, en un diario madrileño, titulado “En defensa de los Sanfermines”, uno entiendo el desvarío de ciertas personas que defienden la salvaje tortura a la que son sometidos los toros, por el puro placer de ver sufrir al animal y sentirse más “machos” y valientes por ganarle corriendo por las calles de Pamplona.
No es cuestión de si gusta o no ver a una manga de “inteligentes” corriendo delante de una ganadería seleccionada para el evento, donde se producen heridos por asta de toro y porque un animal les pasa por arriba en su desenfrenada carrera.
Es lamentable tanto para el ser humano como para el animal que esto ocurra, pero así es la “diversión” como la entienden algunos. Esos toros de los Sanfermines, terminarán muriendo esa tarde en manos de un diestro en la plaza de toros de Pamplona.
La diferencia es que el ser humano -por propia voluntad – decide arriesgarse y el pobre animal no elige; lo llevan a la fuerza.
Ni hablar del Toro Embolado y la salvaje persecución del Toro de la Vega, torturas antiguas que hoy son celebradas como eventos turísticos.
El Toro de la Vega
En el siglo XXI, el festejo ha cobrado mayor notoriedad por las protestas en contra que denuncian el sufrimiento al que es sometido el toro. Por ese motivo, además de por motivos de interés público, y por la evolución cultural de la sociedad, el 19 de mayo de 2016 la Junta de Castilla y León prohíbe, mediante un decreto-ley, la muerte del animal en el festejo, de tal forma que se podrá celebrar el torneo, pero sin que los aficionados maten al toro a la vista de todos. El ayuntamiento de Tordesillas recurrió6 esta medida, aunque dicho recurso no fue finalmente admitido a trámite por el Tribunal Constitucional. (Wikipedia)
El toro embolado
El toro embolado es un festejo tradicional de España en el que se colocan a un toro dos bolas de fuego en sus astas. No se conocen realmente sus orígenes, pero junto a otros festejos taurinos en los que no se le da muerte al animal pueden tener su origen en la civilización minoica u otras tradiciones prerromanas.
Muchos defensores de los derechos de los animales consideran que este tipo de festejo supone una crueldad gratuita contra el toro, ya que aunque el animal no se quema, sí que sufre de estrés al tener el fuego cerca de los ojos sin poder huir de él, deslumbrándolo,11 y por lo tanto abogan por la prohibición de este tipo de festejos populares. (Wikipedia)












