Acnur crea sitio con calificaciones de refugiados que buscan empleo en Brasil

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El sirio Abdulbaset Jarour, de 27 años, tiene experiencia en administración de empresas y habla tres idiomas: árabe, inglés y portugués. La mozambiqueña Lara Lopes, de 33 años, es del área de tecnología de la información (TI) y habla inglés. En común, además de la buena calificación profesional, los dos están refugiados en Brasil y enfrentan dificultades para conseguir una colocación en el mercado de trabajo equivalente a la formación educativa.
La campaña Talentos Invisibles, de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y del Programa de Apoyo para la recolocación del Refugiado (Parr), busca dar visibilidad a esas trayectorias para que sean reconocidas por sus potencialidades y valores al disputar una vacante.
La campaña cuenta con vídeos, fotos y currículos que refuerzan las calificaciones de personas como Lara y Abdul. En el sitio Talentos Invisibles [www.talentosinvisiveis.com.br] están disponibles los materiales de divulgación y hay canales de contacto para empleadores. Para tener acceso a los currículos, es necesario ser registrado en LinkedIn. Los diez participantes de la campaña fueron elegidos por una curaduría, pero otros registros pueden ser accedidos en el programa de reclutamiento Parr.
Mientras Abdul, tras tres años en Brasil, sigue desempleado, Lara – en el país desde 2013 – sólo logró una colocación en el área de TI hace dos meses. “Cuando llegué aquí, conseguí [trabajar] como camarera, me quedé un año. Cuando usted llega, lo que quiere es trabajar. “Quiero insertarse”, apuntó la mozambiqueña, que también ya actuó en telemarketing y ahora es pasante de una empresa de tecnología. “Volví a la universidad hace un año. Aquí [en Brasil] no aceptaron mi diploma “, agregó. Brasil, en 2016, registraba 9.552 refugiados reconocidos por el gobierno federal.
Miguel Pachioni, asistente de información pública de ACNUR, cree que faltan informaciones por parte de los contratistas sobre la condición de refugiado, lo que resulta en la construcción de estigmas. “La gente no ve sólo una persona que necesita seguridad, protección, sino también de una vida digna. Esto hace que tenga que tener a su alcance la posibilidad de ejercer y de contribuir a la sociedad que pasa a integrar “, apuntó. Para él, el trabajo es una forma digna de reconocimiento de la capacidad cultural e intelectual de los refugiados.
Además de las dificultades ya conocidas para insertarse en el mercado laboral, Abdul trae la marca de la guerra en el cuerpo, pues fue golpeado por una bomba cuando actuaba en el Ejército, lo que dejó su pierna izquierda con secuelas. “Tengo mi experiencia, no soy orgulloso, pero quiero trabajar con mi cabeza, no con mi cuerpo. “Estoy herido”, relató. La falta de empleo, sin embargo, no es motivo para que se quede parado. Actualmente, Abdul coordina voluntariamente, junto a otros extranjeros, la organización no gubernamental África del Corazón, y también da charlas.
Agencia Brasil.-