Teobaldo Ricaldoni: un genio uruguayo en el olvido

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Proyecto de submarino del Ing. Teobaldo Ricaldoni, que finalmente habría comprado Francia

Por Luis Jaunsolo Portillo.-
Al respecto entrevistamos al Director y fundador del primer Museo Viviente de la Radio y Comunicaciones del Uruguay, Sr Antonio Tormo, nos informó que el Ingeniero Teobaldo Ricaldoni a fines del siglo XIX fue reconocido en la Argentina como sabio y maestro, habiendo creado un receptor de telegrafía sin hilos que se habría anticipado a Marconi.
Tal receptor de telegrafía inalámbrico formó parte de una pequeña estación instalada en Buenos Aires, en 1898, que consiguió comunicarse con otra estación similar que funcionaba a bordo del vapor “Vigilante”, a 50 kilómetros de distancia.
Según el diario La Prensa de 1923 “el primer radiotelegrama, transmitido a distancia -9 kilómetros- fue el saludo expedido por el ingeniero Ricaldoni desde la dársena Norte del puerto de esta capital, y recibido por el presidente Roca a bordo del “Vigilante”, cuando regresaba de Punta Arenas, después de la entrevista con el presidente de Chile”.
“El aparato receptor empleado no se diferenciaba del de Marconi más que en el cohesor que en lugar de tener un tubo de vidrio, tenía uno de ebonita, con una pequeña cantidad de bismuto entre las limaduras. El transmisor consistía en una bobina de Ruhmkorff y un chispómetro formado por dos esferas de metal de 30 cm. de diámetro; la descarga se obtenía mediante un condensador de capacidad eléctrica apropiada” (Salpicón Radial).
Además de su proyecto revolucionario de un submarino que fue pionero en el mundo. Los planos, luego de pruebas realizadas, fueron presentados al gobierno argentino en 1892.
De acuerdo a los planos y las memorias, el submarino tenía una eslora de 40 metros, 4.8 metros de manga, y su propulsión la proporcionaba un motor eléctrico alimentado a baterías de cloro-cromov. La velocidad obtenida era de 15 nudos a flote, 12 nudos a flor de agua y 8 nudos bajo el agua, y podía marchar 30 horas a flote y dos horas sumergido.
Entre infinidad de inventos se destacan un reductor de tensión eléctrica, una boya de salvataje y un desvía torpedos.
Ing. Teobaldo Ricaldoni
El Ingeniero Ricaldoni, nació en 1861 en Montevideo, donde cursó sus estudios primarios y secundarios, mudándose posteriormente a Buenos Aires, a la casa de Bartolomé Mitre, a efectos de cursar los estudios de ingeniería en la Universidad de dicha ciudad.
Entre otros inventos se cuenta la torre de iluminación de La Plata, la rueda de contacto entre los cables y el troley, sus descubrimientos observacionales sobre Neptuno y Plutón, el pincel de fuego, el cañón eléctrico, un paracaídas para aviadores, un nuevo propulsor sin hélices “destinado quizás a revolucionar los transportes marítimos” (La Razón 1918). También “un vibrator, un cañón magnético, marcas numeradas, comunicación de trenes en marcha, energía gratis (en estudio), intelectómetro, abridor de latas, elevador de agua (ensayo), bolsa de oxígeno y envases” (El Día 1923).
Según ha publicado el diario El Día de La Plata (1/5/2011): Uno de sus inventos más notables y peligrosos fue el llamado “pincel de fuego”, un artefacto que, junto a los alumnos que lo habían ayudado en su elaboración, probó en una de las canchas del Colegio Nacional. Ubicó el estrambótico artefacto en un arco, y en el arco opuesto colocó un enorme blanco hecho en cedro. Luego de meticulosas mediciones, Teobaldo apuntó hacia el blanco y disparó con su pincel de fuego, provocando en el objeto apuntado un enorme y preciso agujero. Pese al éxito del disparo, sin embargo, nunca llegó a saberse cómo trabajaba el pincel de fuego, porque inmediatamente después de esa prueba, aturdido aún por la llamada, Ricaldoni labró un acta con los resultados del experimento y mandó a destruir su obra haciendo prometer a sus alumnos que nunca más se hablaría del tema por tratarse de una temible arma.
Ricaldoni, dedicó su tiempo a la docencia y al desarrollo de inventos que financió a costa de su bienestar personal, con fines puramente altruistas. Como “hombre de ciencia” él se sintió inclinado a poner a la física al servicio de la técnica, y la técnica orientada a resolver problemas concretos de la sociedad del momento en que vivió.