Por Luis Jaunsolo Portillo.-
Ejemplo de comunicación:
– holis.
Tres minutos después.
–Si?
Cinco minutos más tarde hay una respuesta.
– Quería saber si estabas.
Dos minutos después.
-Estoy aquí, LOL ¡
Pasados cinco minutos más, llega respuesta.
– Oky, cuando quieras nos hablamos.
Respuesta final:
-Dale, LOL ¡
Pero además ha aparecido una nueva raza en el uso de tan sofisticado artilugio: “Los Gerontes”. Dicho grupo ha ido migrando lentamente de la chusma del Facebook en base a la colaboración de hijos, nietos, sobrinos y hasta compañeros de trabajo más jóvenes que los han introducido en ese nuevo mundo. Dicha franja etaria se encuentra integrada por humanos normalmente mayores de cuarenta años. Inicialmente fueron subyugados por la posibilidad de hablar gratis con amigos y familiares en el exterior; pero a medida que sus habilidades mejoraron comenzaron a enviar correos hablados excepcionalmente extensos, todo tipo de historias cuya extensión supera un documento Word de dos carillas tamaño A4, post, imágenes, videos, etc.
El Geronte ama los grupos, ingresar a uno de estos puede enloquecer a una persona cuerda, si aún existen, nadie lee lo que el otro escribe o envía y funciona sin parar las veinticuatro horas del día, los 365 días del año. A mí me han superado y los he ido abandonando , pero veo desde lejos como mi esposa se esfuerza por poder entender y responder a tres grupos a la vez que ella con orgullo integra. Les aclaro que es primeriza en el arte del WhatsApp.
Tanto para los jóvenes como para los gerontes adictos, el acto de abandonar el teléfono móvil a más de 15 metros de donde uno se sienta es irrealizable, por si surgiera alguna comunicación.
Hay gente que no suelta su dispositivo ni para ir al baño y hay quienes sufren ansiedad por si se les llegara a terminar la batería y hay que aguantarlo, no hay otra, qué le vamos a hacer.