La democracia tiene esas cosas que son bienvenidas, entre ellas la posibilidad de acoger en su seno a personajes de nula inteligencia y escasa capacidad intelectual como Gabriel Rufián de ERC de Cataluña, que nos permiten ver, oír y medir a estos bravucones de poca monta, para luego valorar a los que son buenos políticos.
Rufián es uno de esos lamentables personajes que pululan por la política española en busca de 15 minutos de fama y que a través del agravio y el insulto intentan ser el centro de una discusión, porque intelectualmente no están preparados para dar debate.
Con discursos ultra lentos, pretendidamente sesudos, que solo él entiende, se asemeja a los monólogos del gran Cantinflas que hablaba y hablaba pero que no decía nada, con la diferencia que el gran cómico mexicano lograba hacernos reír y Rufián, con los suyos, provoca lástima, demostrando -en este caso- que la estupidez humana no tiene límites.
El insulto a quien piensa diferente, no es de demócratas, pero Rufián, desde esa posibilidad que le da la democracia, aprovecha para manifestar su intolerancia.
Los agravios al PSOE, por su abstención en la investidura de Rajoy, son injustificados porque cada partido puede libremente optar por decir SI, NO o abstenerse, sin tener que recibir la censura de un personaje que no sabe lo que significa la democracia.
Allí está, como los barrabravas en un estadio de fútbol, intentado imponer su violencia, porque eso es lo único que sabe hacer.
Político de raza se nace…aunque payaso también.













No debe existir un personaje más desagradable que este Rufián. Solo sabe agredir e insultar. Intelectualmente cero.
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